La estatua de Josip Jelačić

En pleno centro de Zagreb se halla la plaza Ban Jelačić, dedicada a uno de los héroes nacionales croatas más importante de todos los tiempos. Este insigne personaje hoy tiene el honor de presidir la plaza de más solera de la capital de Croacia, en la forma de una estatua ecuestre.

Estatua de Josip Jelacic

Semejante honor no suele ser gratuito, y la estatua representa al General Josip Jelačić dirigiendo sus tropas a caballo hacia la victoria, concretamente la que obtuvieron en 1848 sobre sus vecinos húngaros. Y sin embargo, la estatua fue erigida en una época en que Hungría gobernaba de nuevo sobre Croacia. ¡Qué contradicción! Pero la explicación a este contrasentido no reside en la magnanimidad húngara, si no que necesitaremos recorrer gran parte de la historia de Croacia para resolver el misterio.

Croatas y húngaros, juntos pero no revueltos

Los croatas eran originariamente una tribu eslava que fue invitada por el emperador romano Heraclio para liberar Dalmacia de los Ávaros, una de las tribus más destructivas y expertas en el pillaje de los primeros siglos de la Edad Media (VII d. C.).

Los croatas se emplearon a fondo en despejar de ávaros el territorio de la Roma Oriental, y quedaron como dueños y señores de Dalmacia, aunque inicialmente rindieron vasallaje al Imperio Romano. Pero en cuanto Roma se rompió en mil pedazos, los croatas no tardaron en declararse independientes; y tuvieron sus propios reyes, quienes reconocieron únicamente la soberanía del Papa de Roma.

Poco se sabe de estos primeros tiempos, salvo que el pueblo croata no era bárbaro, si no que había heredado muchos de los elaborados rituales y costumbres bizantinos. Tras un periodo glorioso, el último de sus reyes no dejó heredero, y lo que siguió fue lo habitual de la época: una guerra civil entre nobles para volver a establecer una dinastía regia. Y como fuere que ninguno de ellos triunfaba sobre los demás, al final tuvieron que reconocer como único soberano a un poderoso vecino, Coloman de Hungría, y así sellaron la paz.

Coronación de Coloman de Hungría

Rey de Hungría, Croacia y Dalmacia

Coloman fue coronado Rex Hungariae Croatiae atque Dalmatiae. Y durante dos siglos ambos reinos coexistieron bajo la misma corona, aunque con independencia. Y efectivamente, húngaros y croatas no se mezclaron. De hecho, los húngaros (magiares) eran de origen asiático, y muy poco tenían que ver con los croatas (eslavos), quienes tienen parentesco con checos, eslovenos y polacos. Eran agua y aceite. Así pues, ambos pueblos siguieron conservando intacto su idioma y costumbres. Aún así, su posición geoestratégica en centroeuropa y los enemigos comunes sellaron la estabilidad de este matrimonio de conveniencia por mucho tiempo. Fue el que transcuyó hasta que otra dinastía volvió a extinguirse, esta vez la de Coloman, en el siglo XIV. Entonces los croatas no aceptaron al rey elegido por los húngaros y coronaron el suyo propio en la catedral de Zagreb, y la unión fue restaurada sólo tras seis años, cuando los húngaros aceptaron finalmente al rey croata. A pesar de todo ambos reyes mezclaron linajes, y el hijo del caudillo croata acabó siendo el futuro Luis I de Hungría, quien era húngaro de sangre. Así que tras tanto baile dinástico, los croatas fueron finalmente relegados a un segundo plano en lo político.

A partir de aquí se sucedieron varios reyes, todos extraños al pueblo croata, que fue oprimido sin contemplaciones y vivió tiempos oscuros, y como remate Dalmacia fue vendida a la República de Venecia. Y mientras tanto, los turcos presionaban fuertemente en el sur, y en el siglo XVI conformaron tal temible amenaza que húngaros y lo que quedaba de los croatas tuvieron que aliarse para frenarlos, en perpetua guerrilla contra el turco. Y lo hicieron con éxito. Sin embargo, cuando en 1526 tuvo lugar la célebre Batalla de Mohács entre los húngaros del rey Luis II de Hungría y los turcos de Solimán el Magnífico, los primeros, llenos de confianza y orgullo, no reclamaron la ayuda de sus aliados croatas. El resultado fue que los húngaros perdieron la batalla más importante de su historia y de la manera más estrepitosa, incluso muriendo el mismo rey en el campo de batalla, y abrieron la puerta del reino a la dominación turca.

Batalla de Mohacs

De dominio magiar a germano

Los croatas, vendidos ante tal situación, no tuvieron más remedio que ofrecer su trono a Austria in extremis con el fin de conseguir la ayuda necesaria y resistir al avance musulmán. Pero los austríacos, de base germana, nunca han simpatizado con los eslavos. Y así fue que pese a aceptar, éstos usaron a sus nuevos súbditos como parapeto en el sur, poniendo en armas a cualquier croata varón que estuviera entre los dieciséis y los sesenta años. Y a fe que tuvieron que emplearse a fondo en la defensa de la nueva frontera, durante varios siglos.

Los croatas siempre han sido considerados soldados extraordinarios –no más que los húngaros–. Pero sus grandes triunfos casi siempre fueron apuntados a los Habsburgo, y su coraje y entrega fueron demostrados en multitud de pequeñas batallas, que en conjunto frenaron al poderoso ejército turco pero ninguna de ellas pasó a la historia, ni siquiere a la tradición oral del mismo pueblo croata. Y curiosamente, y aún siendo brutal y descaradamente utilizados, éstos descendientes de los Ilirios desarrollaron una sincera pasión por los Habsburgo austríacos. Y les sirvieron con lealtad y eficiencia, como pueblo áltamente militarizado.

Con el paso del tiempo, Hungría fue liberada de los turcos por los Habsburgo, básicamente gracias a sus ejércitos croatas, que paradojicamente quedaron sometidos de nuevo bajo un gobierno húngaro, quien a su vez dependía de Austria.

No fue hasta el siglo XIX que Hungría se hartó de su dependencia de una cultura tan ajena a la suya (germanos y magiares tampoco tenían nada en común), y buscó abiertamente la independencia. Pero ahí estaba la fiel Croacia, que mediante la figura de un joven general, Josip Jelačić estaba dispuesta a sacarle de nuevo las castañas del fuego a Austria. Y justo cuando el ejército húngaro marchaba contra Viena, el recién nombrado Ban de Croacia lideró un ejército de 50.000 croatas que logró interceptar y vencer a los húngaros.

Estatua de Josip Jelacic

Sin visos de gratitud

Josip Jelačić y sus compatriotas croatas habían salvado de nuevo al Imperio Austríaco. A cambio, nada recibieron, exceptuando la estatua de Josip Jelačić que podemos contemplar hoy día en el centro de Zagreb.

En vez de garantizar la autonomía del fiel pueblo croata, y con ello la del imperio austríaco, los Habsburgo se centraron en germanizar intensivamente Croacia. Y finalmente, practicaron con ellos la suprema traición, entregándolos de nuevo al dominio húngaro cuando se fraguó la monarquía dual que se llamaría Imperio Austrohúngaro.

Josip Jelacic estatua
Josip Jelacic

Y sin embargo, y a pesar de reeditarse el dominio de Hungría sobre Croacia, los austríacos se cuidaron muy mucho de levantar una estatua a Josip Jelačić en Zagreb, blandiendo su pétrea espada en dirección a Budapest, como recordatorio de que los croatas hacía no mucho habían vencido al ejército húngaro gracias al coraje y a la figura de un líder excepcional.

Y con ello, se selló uno de los reestrenos de soberanía más extraños que se han visto en Europa.

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Publicado por Manuel Aguilar

"Viajar es uno de los mejores caminos para encontrarse a uno mismo."

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