5 viajes de cine… que fueron reales

5 viajes de cine… que fueron reales

Desde que el ser humano empezó a contar historias, la ficción ha servido para dar respuesta (e incluso para plantear aún más incógnitas si cabe) a nuestras inquietudes, angustias, miedos y crisis personales varias. Una de las bases argumentales más recurrentes para reflexionar sobre la condición humana es el viaje.

Empieza a enumerar todas las historias, de cine o de cualquier otra de las artes, que tenga en un viaje su argumento de partida. No acabarás ni mañana. Y ¿de qué hablan todas estas historias? ¿Del viaje en sí? La respuesta ya la sabes: ¡Por supuesto que no! Ninguna, absolutamente ninguna de ellas, se limita a hablarte de la aventura. Ni las obras maestras ni las más mediocres. Hasta Armaggedon tiene un discurso, con lo infumable que llega a ser. Un viaje interestelar y un mensaje que no puede ser más facha, pero es un discurso al fin y al cabo.

El paso a la madurez, una crisis de pareja, la búsqueda de redención, el poder de la amistad, el autoconocimiento, la autosuperación y la resiliencia, alegatos contra la discriminación, la afrontación de la muerte… El viaje ha sido y será un gran hilo conductor de grandiosas historias. Qué mejor excusa que un viaje para inspirarnos a crecer y superar retos, para avisarnos de lo poco que nos autoconocemos y para hacernos ver que lo que nuestra vida es en el fondo no es sino una serie de pequeños viajes interiores que sólo cesarán cuando nuestro plano subjetivo haga el definitivo fundido a negro (sí, fan de Los Soprano al habla).

He escogido una lista de películas que, a pesar de compartir la idea del viaje iniciático en su esquema, cada una representa un tema universal diferente. Todas nos invitan a reflexionar sobre lo que nos puede suponer un viaje para nuestro crecimiento personal, tanto en lo positivo como en lo negativo, no en vano son obras basadas en aventuras que ocurrieron en realidad. Porque, como la vida, no hay un viaje que sea un completo camino de rosas. Nos encontramos espinas en casi todas partes.

 

Diarios de motocicleta

(The Motorcycle Diaries, Walter Salles, 2004)

La toma de conciencia.

Esto no es un ranking de mejores o peores películas, aviso. De hecho no considero este film precisamente como una obra maestra ni nada parecido. Pero quiero empezar con ella por la frase que le suelta el joven Ernesto Guevara (antes de que “Che” se metiera para siempre entre su nombre y su apellido) a su amigo y compañero de viaje Alberto Granado:

“En todo este tiempo que pasamos en la ruta… Sucedió algo. Algo que tengo que pensar con mucho tiempo”.

Y vaya si dio de sí la reflexión. Para mí el proceso interior que germinó dentro del Che se refleja de manera muy superficial en la película. Como mínimo habría sido deseable sentirlo en su mirada, en la puesta en escena, en la música… Y no verbalizado en una frase, que es el recurso más fácil cuando te limitas a plasmar en 100 minutos una aventura de años, porque ese periplo por una Latinoamérica humillada y súbdita, fue el punto de inflexión que cambió por completo la trayectoria vital del que acabaría siendo una de las personalidades más importantes del siglo XX. Si la peli se quedó corta para abarcar la metamorfosis tan profunda que acabó siendo una parte esencial de la revolución latinoamericana, algo lógico y comprensible, mejor quedarse con las propias palabras del diario personal del doctor Guevara, quien probablemente sin ese primer viaje habría pasado el resto de su vida ejerciendo la medicina -y la burguesía- en su Argentina natal:

[“Yo”, no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo interior. Este vagar sin rumbo por nuestra “Mayúscula América” me ha cambiado más de lo que creí.]

Por eso empiezo con ella. Porque en todos los viajes (los que de verdad valen la pena) sucede algo en nuestro interior, como también veremos en los siguientes.

Wild Alma Salvaje

Alma salvaje

(Wild, Jean-Marc Vallée, 2014)

El camino a la redención.

Andar camino para expiar los pecados será más viejo que el toser, pero sigue estando a la orden del día al menos en lo que al cine se refiere. El vía crucis del personaje de Reese Witherspoon (Cheryl Strayed, una mujer que decidió hacer a solas el Sendero de la Cresta del Pacífico para encontrarse a sí misma y volver a empezar después de varias experiencias traumáticas) se puede extrapolar a cualquier viaje que alguien decida emprender para que conscientemente le sirva de punto de inflexión en su vida, aunque seguramente no haga falta llegar al nivel de flagelación al que ella llegó. Por suerte, su peregrinaje le supuso también un crecimiento personal y el comienzo de una nueva vida, y no se limitó al masoquismo que ella se planteó de inicio.

Aunque el guión del otras veces genial Nick Hornby está al borde de caer en el paulocoelhismo más chirriante con tanta frase reflexiva (en realidad la propia Cheryl Strayed es la responsable de ello), la película consigue salvarse por poco de ese abismo y logra acertar -solamente en puntuales momentos- en su retrato de la frustración y posterior renacimiento de Cheryl.

Me quedo con una cita, seguramente porque es de las menos azucaradas y con la que más nos podríamos identificar sin necesidad de darnos con el látigo: No sabía a dónde iba hasta que llegué allí.

vivir es facil con los ojos cerrados

Vivir es fácil con los ojos cerrados

(David Trueba, 2013)

El despertar.

Ojalá toda esta película fuera como sus últimos 15 minutos. Lástima, porque entonces estaríamos hablando de algo grande. A pesar de eso, que es tan solo mi humilde opinión, David Trueba no se puede quejar ya que su road movie ganó el Goya a la mejor película, entre otros premios. Es el despertar a una visión con un poco más de color que el blanco y negro de la vida anterior, si hay que simplificar. Un viaje cortito (seguramente en los 60 ir de Albacete a Almería suponía más horas que las 3 ó 4 actuales, pero no muchas más) en el que sin embargo pasan muchas cosas, sobre todo en lo que respecta a las emociones y los cambios en los 3 protagonistas, como toda road movie debe reflejar. Me costó mucho entrar en la película, seguramente por la poca naturalidad de la mayoría de actores secundarios o con papeles testimoniales, además de los inevitables clichés (¿es necesario que en una película española tenga que salir como mínimo una teta?) pero la historia mejora a partir de la llegada de los protagonistas a Almería.

Los tres personajes principales huyen de una vida gris, cada uno con sus razones, y se dirigen a objetivos también diferentes e inciertos todos ellos pero con la ilusión de o bien cumplir un sueño personal o bien encontrar un futuro mejor. Tampoco quiero desvelar nada, solamente contar que está basada en el viaje real que hizo un profesor en la España franquista de los 60 para ir a conocer a su ídolo John Lennon, que estaba rodando una película en Almería. Aquella pequeña historia tuvo consecuencias mucho más importantes de lo que hasta ahora sabíamos… Y que naturalmente no se puede explicar. Sí que se puede remarcar la voluntad del profesor (Javier Cámara, que siempre está bien haga lo que haga) en esa huida de lo rancio y su convicción por una educación mejor y más moderna. El envoltorio de esas ilusiones con la música de The Beatles mola (los guiños a la creación de la canción «Strawberry fields forever», junto con la utilización de la fresa como símbolo en el último tramo de la historia, son lo mejor de la película).

Me encantaría que alguien adaptara algún día a la gran pantalla Cuatro amigos, novela de David Trueba que también hablaba de un viaje en coche por territorio español. No consta que esa sea una historia real, pero es que es tan divertida… Y para hablar del peterpanismo sería genial.

¿Que ninguna de las pelis hasta ahora parecen redondas? Wait for it, que ahora vienen las buenas:

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Una historia verdadera

(The Straight Story, David Lynch, 1999)

La vejez… y la muerte.

A pesar de su fallido título en español, que le quita el alma y le hace perder el juego con la palabra “straight” (el apellido del protagonista real), estamos ante una obra magna. Un anciano recorre cientos de kilómetros en medio de la América profunda conduciendo una segadora… Para reencontrarse con su hermano, ya que éste está gravemente enfermo y ambos no se hablan desde hace años. Antes de que alguien empiece a llorar, recordar que también Alvin Straight existió, él y su tremenda odisea. Y que David Lynch hizo de ella la rareza más grande de su filmografía, precisamente porque es la menos bizarra de sus obras, teniendo en cuenta que Lynch es Lynch.

Esto es CINE en mayúsculas: ejemplar road movie con algunos de los planos paisajísticos más bellos que se hayan rodado, sustentados por una música de piel de gallina y momentazos cómicos con secundarios súper entrañables. ¿Qué es una buena road movie sino esto mismo? No le falta de nada, oiga. Una tremenda reflexión, honesta y limpia –de manipulaciones lacrimógenas- sobre la vejez, la soledad, la bondad de las personas, el rencor y la muerte.

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Hacia rutas salvajes

(Into the wild, Sean Penn, 2007)

La libertad personal.

El viaje TOTAL.

Si alguna vez has sentido que no encajabas en tu entorno, espérate a conocer la historia de Christopher McCandless. La huida de una vida programada y decidida de antemano por otros. La rebelión contra todo, contra todos y contra uno mismo de este veinteañero que tenía toda una vida de comodidades por delante y decidió dejarlo todo por una salvaje búsqueda del sentido de la vida de la que no se puede contar mucho sin hacer spoilers.

Unos dirán que se perdió en su locura. Otros que estaba más cuerdo que ninguno de nosotros lo estará jamás. Aunque resulte muy difícil sentirse identificado con su manera de pensar y sus decisiones, nadie le puede negar su perseverancia por alcanzar lo que se nos niega desde que nacemos y formamos parte de una sociedad: la libertad personal absoluta.

Como película, una de las mejores sobre viajes que quizá se hayan hecho jamás. Antes de que Sean Penn se dedicara a entrevistar a narcotraficantes huidos de la justicia hizo cosas maravillosas con su carrera, como este peliculón, con aciertos como la música de Eddie Vedder, que funciona como complemento perfecto de unas imágenes que ilustran de manera sublime la unión más primitiva del hombre con la naturaleza.

 

En fin, que si estás de bajón por la cuesta de enero, no puedes pensar en volver a viajar hasta el verano y te falta por ver alguna de estas películas, coge palomitas y… ¡a volar!

#cine#películas#relatos

Publicado por Diana Campo

“No se viaja para escapar de la vida. Se viaja para que la vida no se escape”. Cuando Diana leyó esto algo hizo click para siempre. Enamorada del mar y las playas de ensueño, sólo le gusta madrugar cuando está de viaje.
1 comentario
  • Me encantan! Peliculas inspiradoras que te dejan claro el hecho de no tener miedo a vivir, dejar atras la zona segura y vivir aventuras de todo tipo! En hora buena, me ha gustado mucho la seleccion de peliculas!

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