La primera vez que viajas en globo es imposible que te deje indiferente. Puedes morirte de miedo o de vértigo, que te entre un ataque de pánico o que, como fue mi caso, simplemente te encante. Aunque reconozco que la subida y la bajada pueden resultar un tanto «impactantes», es una experiencia que os recomendamos al 100% si alguna vez tenéis ocasión de vivirla.
Contemplar cualquier parte del globo terráqueo a vista de pájaro y sin ventanas, escuchando tan solo el quemador del aire y la inmensidad del silencio alrededor está claro que le deja a uno sin aliento. Mi primera vez fue cerca de Olot, sobre un paisaje volcánico en la comarca gerundense de La Garrotxa. Y sí, he de reconocerlo, quiero repetirlo ya.
¿Cómo es viajar en globo?
Tengo que confesar que esa noche me costó un poco más dormir (y es que la adrenalina está activada desde más de 24 horas antes), pero más aún levantarme porque si algo has de saber es que para viajar en globo hay que madrugar. ¿Por qué? Pues porque el viento tiene un papel protagonista en esta actividad, y si lo tienes a favor es una gozada, pero si lo tienes en contra muy posiblemente se tenga que cancelar la subida, como me había pasado a mí ya en varias ocasiones en el pasado. Había tenido la oportunidad de vivir esta experiencia anteriormente en los alrededores del parque de Monfragüe en Extremadura y en el desierto de Wadi Rum en Jordania, pero en ambas ocasiones el viento nos jugó una mala pasada y se tuvo que cancelar el tan esperado «despegue». Así que esta vez, cruzando mucho los dedos (y no sin cierto nerviosismo en el cuerpo, he de reconocerlo) me apliqué en la asignatura y me empapé bien de todo el mecanismo para poner «el aparato en marcha», informándome bien de cómo era eso de hacer volar un globo en el firmamento. Lo primero que nos enseñaron nuestros pilotos de Vol de Coloms en La Garrotxa es que para saber la dirección exacta del viento tiran un globo de los de toda la vida al aire y observan hacia dónde lo lleva el viento y a qué intensidad. La mejor hora para volar es muy temprano al amanecer. En nuestro caso, eran casi las 8 de la mañana y el viento era un poco menos favorable, así que tras esperar unos minutos tomando un café para entonarnos con el frío de febrero, ¡voilà! empezamos a inflar el magnífico globo, que en ocasiones puede llegar a pesar hasta 200 kilos (para unos 12 pasajeros). Aquí tenéis un vídeo de este gran momento dentro del mismo globo, mientras veíamos como iba tomando su forma final.
El despegue y el aterrizaje
Los dos momentos clave del viaje en globo (al igual que en el avión) son el despegue y el aterrizaje, pues es cuando más riesgo existe de coger o no una buena ráfaga de viento así como de ganar o perder altitud. En nuestro caso, la subida fue muy ligera, aunque nos tambaleamos un poco como es de esperar, ya que íbamos 8 personas en la canasta. En cuanto empiezas a coger altitud, todo se convierte en una maravilla: las vistas, el silencio, la paz, la tranquilidad. Una sensación poco comparable a ninguna de las que haya sentido anteriormente. Sencillamente hay que vivirlo para contarlo. Y eso es lo que hicimos: subir hasta 2.500 metros de altitud sobre el nivel del mar y brindar con un cava rosé a las 9 de la mañana que me supo más que a gloria contemplando el inigualable paisaje volcánico del Parque Natural de La Garrotxa.



Llegar del aire, tocar la tierra y volver a la realidad
La sensación de «volar entre las nubes» es algo increíble que te transporta a un escenario irreal durante un trayecto de alrededor de una hora y media. Sin embargo, cuando empiezas a bajar (mucho más rápido que la subida, por cierto) y ves aproximarse la tierra, árboles y volcanes te vuelves a transportar al mundo real de golpe, y sobre todo te preparas para un aterrizaje que, en algunas ocasiones, puede llegar a ser forzoso, ya que el factor suerte en este caso juega una parte importante al no ser posible aterrizar casi nunca en el mismo sitio, ya que dependes de la velocidad y de la zona a la que te haya transportado el viento al libre albedrío. Normalmente, la mejor forma de aterrizar es en una explanada o campo sin sembrar y permanecer con la canasta vertical, aunque hay ocasiones en las que puede resultar un poco más complicado y se da algún que otro bote. Si sopla buen viento, será una experiencia de esas que no conseguirás olvidar. Os dejo con otro vídeo que me gusta especialmente, y es ver la modalidad de viaje en globo accesible que concretamente puede realizarse también en esta zona y que experimentó nuestro buen amigo y compañero Miguel Nonay.

Gracias a Visit Costa Brava Pirineus, a nuestro piloto Toni de Vol de Coloms, a Jaume Marín y a todo su equipo por haber hecho posible este sueño. Como ya leí en alguno de los posts publicados, #inpyrinees «it’s just about people» 🙂
Muy chulo el relato, a la próxima me apunto 😀
Qué pasada!! Algo tengo que hacer con mi vértigo para conseguir subir en globo algún día!! Me encantaría vivir una experiencia así!!
Saludos
[…] Volar en globo por La Garrotxa […]
Nos encanta el blog!
Yo que no he montado en globo siempre he tenido un par de dudas con esto:
1 – ¿Se puede mantener a una altura totalmente estable y sin movimientos?
2- ¿Se puede viajar en globo de noche?
Es que había pensado en tirar algunas fotos nocturnas desde el cielo, sobre un pueblo o una ciudad iluminada por sus bombillas, y claro, los tiempos de exposición serían muy largos y por eso me gustaría asegurarme de que se puede mantener estable.
¡Y bueno, muy guay el blog, un saludo!