Una se reconoce radical detractora de los cruceros. Te dices ‘esto no es para mi’. Hasta que te ofrecen un barco para ti y tus amigos, que tendréis además que pilotar solitos. Entonces ya empieza a animarse la cosa.
Nada mas llegar a Carnon, en la Camargue francesa, nuestro primer mito se hacia realidad en la oficina de turismo fluvial de FPP Travel, ¡Tenían gorras de capitán! Venga, todos tenemos una mitología interiorizada y escuchamos la sintonía de Vacaciones en el Mar cuando pensamos en un crucero. Pero esta vez era un viaje fluvial, diferente.

Primer día a bordo
Tras una pequeña familiarización con nuestro barco, el Jingle Jim, acompañados del capitán de la base, ya estábamos preparados para soltar amarras y poner rumbo a Aigües Mortes. El tiempo no acompañó el primer día, todo hay que decirlo. Para iniciarse en la marina, la lluvia y el viento no son los mejores compañeros de viaje, pero la Tormenta Perfecta nos dio una tregua y se guardó lo mejor para la noche.
Tras un primer (y único) embarrancamiento de una servidora para animar la ruta, el resto del camino hasta nuestro siguiente puerto fue mas tranquilo, aunque con los cuatro tripulantes bien atentos y sin abandonar al sufrido timonel.

Tras cruzarnos con grandes barcos de carga, la calma chicha nos preparaba para el siguiente reto, amarrar en Aigües Mortes en batería. Sólo nos habían enseñado a ‘aparcar’ en paralelo al muelle, y hay que tener en cuenta una particular característica de este tipo de barcos, ¡La marcha atrás no tiene dirección! Divertido eh… Con mucha pericia del timonel, apoyo moral de la tripulación y una inestimable ayuda de otros marineros de agua dulce ya en el reposo del puerto, lo conseguimos.
Habíamos llegado a uno de los pueblos mas bonitos de la zona y al que dedicaremos un post a parte: Aigües Mortes, con sus Salinas, sus flamencos, deliciosa gastronomía y unas fiestas populares que dieron su toque hogareño al viaje.


Segundo día a bordo
La lluvia había hecho su actuación estelar durante la noche y el vendaval que nos había mecido de un lado a otro (importante ajustar bien las amarras), también se había llevado a las nubes. A primera hora de la tarde, después de un copioso aperitivo en cubierta y una comida algo mas ligera, estábamos preparados para volver a navegar.


¡Rumbo a Saint Gilles! Las condiciones meteorológicas iban mejorando y nuestra práctica también. Para que podáis seguir leyendo tranquilos, adelantaré que no hubo más embarrancamientos, aunque sí otras sorpresas.
Unas tres horas de navegación después, llegamos a Saint Gilles. El motor de este tipo de barcos no es muy potente, afortunadamente para la seguridad de todos, y por eso se pueden pilotar sin ningún tipo de permiso.
En Saint Gilles las calles estaban revueltas, todo el mundo parecía estar esperando algo, y las vallas colocadas a ambos lados de la calle nos daban alguna pista. La atención estaba puesta en los jinetes, a lomos de caballos y vestidos con el atuendo típico de la camargue. Los jinetes a su vez se dirigían hacia el camión ¡Un encierro!
No podíamos pedir mas, todo el folclore se estaba concentrando en nuestros días de viaje. Sólo nos quedaba tomar un pastis (Ricard con agua), o una copa de vino de la zona en el bar del pueblo, y dejar que la tarde acabara de caer.
Tercer día a bordo
Tocaba comenzar a ‘desnavegar’ el canal por la dirección en la que habíamos llegado para poder regresar a tiempo el último día. Pero aún nos habíamos dejado algunas paradas y otros deseos por cumplir. Para la última noche, habíamos decidido que queríamos atracar ‘en la naturaleza’. Ya nos desenvolvíamos como pez en el agua en los puertos y amarrando marcha atrás, ¿qué tal si ahora probamos lo de las piquetas?

Aunque a alguno se le pueda ocurrir, e incluso lo vea, está prohibido amarrarse a los árboles, por lo que tanto si hay arbolado en la zona como sí no, la forma adecuada de poder pararse en cualquier margen del canal para hacer una excursión, descansar, comer, o pasar la noche, es clavando unas piquetas como las que veis en la foto. Y ahí ataremos las amarras. ¡Qué mundo el de los nudos! Puedo decir satisfecha, que en este viaje he aprendido al menos a hacer el nudo del ocho con gran agilidad y destreza, no diré lo mismo de mis habilidades con el timón.
Nuestra parada en la naturaleza fue en Galician. Un pequeño pueblo cerca del canal donde además de unos mosquitos increíblemente numerosos y persistentes, tienen interesantes vinos de la región. Si se quiere rellenar la bodega del barco, o para llevar a casa, éste es el lugar. Hay una cooperativa donde se venden los vinos a buenos precios, y una tienda de productos de la zona que ofrece vinos de la AOC Camargue.
Cuarto día a bordo
Último día. Con el sol y el cielo de azul más espectacular de todos los día. Sólo quedaba aprovecharlo. Aunque esa parte del canal ya la habíamos navegado, no habíamos podido disfrutar de las vistas por el mal tiempo, así que era como pasar por allí por primera vez.
Daban ganas de quedarse más tiempo, pero había que poner rumbo a nuestro puerto de destino. Nos quedaba el truco de buscar ofertas de última hora para el próximo destino en Francia que queramos visitar sobre el río.


Y mientras tanto, los caballos seguían pastando en las márgenes, los toros algo más lejos, pero también a la vista, las aves de las marismas en plena actividad y el cielo extendiéndose como si no tuviera fin.
En la llanura camarguesa, ves hasta donde tu vista alcanza.
sidebar:ciudad:Perpignan
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Qué pasada! Yo crucé en Ferry el Rodano en la Camarga, y vimos algun barco como el vuestro (y luego ya en Beziers, en el Canal du Midi, un monton más!)
Precioso lugar la camarga (ideal para un paseo a caballo) y preciosa ciudad Aigües Mortes… Me encantó recorrerla!
La verdad es que es una experiencia diferente Purkinje. Una oportunidad para probar una forma de viajar distinta y relajarte durante unos días 😉