Siguiendo con la tradición de los últimos 5 años, éste tampoco me he podido resistir a hacer una breve escapada a Londres, con la excusa de asistir a unas conferencias de programación –por otra parte muy interesantes– .
Varias de estas escapadas a Londres las he hecho solo. El viajar solo a un pais extranjero es algo que recomiendo a todo el mundo, aunque sea una vez en la vida. Evidentemente, viajar solo no es tan agradable como hacerlo en buena compañía, pero también tiene sus ventajas. Dependes de ti mismo y eso agudiza tus sentidos. Eres más observador del entorno, percibes más detalles. Puedes ir totalmente a tu ritmo, tú escoges siempre el camino. Pero también te obliga a ser más organizado y comunicativo, ya que no dependes de otros para que te solucionen la papeleta de orientarte o de guardar el dinero, los billetes, hacer el check-in en el hotel, etc.
Un viaje algo accidentado
A diferencia de otros años, esta escapada a Londres ha comenzado con algunos percances para mí. Para empezar, he ido en coche hasta el aeropuerto de Girona, pero me he pasado de largo la salida de la autopista en nada menos que 20 kms., y ya iba justito de tiempo así que por muy pocos minutos que no pierdo el primer vuelo en mi vida. Pero al final he llegado a tiempo al embarque, y la tensión se ha transformado lentamente en una sonrisa. No ha estado mal como ejercicio de resistencia mental, pero no era necesario. Nota mental: no más sustos durante el viaje por culpa de mis despistes.
De Stansted a Londres, en el Stansted Express
El vuelo ha ido bien, con todo lo cómodo y tranquilo que puede ser un vuelo con la compañía RyanAir –más bien poco–. Hemos llegado a Stansted puntuales, a las 22.25h, así que tras pasar el control fronterizo he ido derecho a coger el tren Stansted Express, que se encuentra en el piso inferior del aeropuerto, no muy lejos del punto de control. En 2011 el precio de un ida y vuelta es de 29,8 pounds (unos 35€). Sale más barato coger este ticket combinado de ida y vuelta, y el de vuelta se puede consumir máximo un mes después de haberlo pagado. Me he plantado en la vía 3 esperando un tren que sale cada 15 minutos, hasta la medianoche –el último sale media hora después, a las 0,30h).
El tren en sí está bastante desvencijado, sobre todo teniendo en cuenta lo que cuesta para un trayecto que dura 45 minutos. Tiene tres paradas hasta Liverpool Street, lugar muy céntrico donde bajaré. Pero bueno, es un viaje bastante tranquilo y a esas horas no hay mucha gente en el tren, así que me relajo un poco antes de seguir con el resto de transportes que me han de llevar al hotel.
Una noche en Londres
Una vez en Liverpool Street, me paro a tomar aliento, disfrutando por unos minutos de la sensación de volver a pisar las calles de Londres. ¿He dicho que me encanta esta ciudad? Y eso que no fue precisamente un amor a primera vista la primera vez que la visité… Londres es todo vitalidad y mezcla de culturas.
Me armo de una buena sonrisa, y me dispongo a percibir Londres con calma, aplicando el máximo de sentidos. Pasada la medianoche, ya es noche cerrada y todavía me queda un tramo de autobús para llegar al hotel, así que me dispongo a buscar la parada del bus 214 que se supone que me dejará en King’s Cross, donde me alojo. Para este tipo de escapadas de dos días de duración King’s Cross se trata de una de mis zonas preferidas para pernoctar de Londres, junto con las zonas de Hyde Park y el metro de Bayswater.
Resulta que ahora mismo hay obras por las calles adyacentes a Liverpool Street y que forman parte de la ruta del autobús, con lo que tras dar varias vueltas buscando la parada me acabo topando con un cartel que indica que el servicio está suspendido en la estación para esa y otras líneas nocturnas. Hay paradas alternativas, la más cercana parece que está en Moorgate, así que me pongo en marcha. Aunque dado el pésimo sentido de la orientación que me caracteriza, la verdad es que me cuesta 20 minutos y unos cuantos paseos en círculo averiguar la dirección correcta hacia Moorgate. Sin problema, estoy de muy buen humor y no tengo excesiva prisa. Además, la noche en Londres es cálida y muy tranquila, aún habiendo mucha gente en la calle todavía.
Una vez en la parada de bus, me alegra comprobar que los autobuses londinenses pasan con una frecuencia de 10-12 minutos durante toda la noche, con lo que no tendré que esperar mucho. Y efectivamente, ahí llega puntual el típico autobús rojo de dos pisos londinense. La sorpresa se presenta una vez dentro, puesto que el conductor no tiene cambio de 10 libras –por norma–, y yo no tengo en efectivo las 2,2 libras que cuesta el trayecto. Le muestro billetes más grandes, incluso billetes y monedas de euro, pero el conductor no lo ve claro. Al final, y a pesar de que se debe encontrar en esta situación al menos quince veces por noche, el conductor se apiada de mí y con un gesto me deja entrar gratis en el autobús. Supongo que el hecho de la hora intempestiva y mi careto de perdido y sumamente cansado le han ablandado el corazón. Bravo por él.
Atravesando una de las mayores megalópolis del mundo
De Moorgate a King’s Cross no hay más de seis paradas de bus, y el trayecto es bastante corto. Después de despedir con un gesto al chófer, me bajo finalmente en la zona donde está mi hotel, que es justo enfrente de la estación de King’s Cross Saint Pancras International. Esta zona me es familiar de otras tres visitas anteriores, así que me siento seguro y confiado. King’s Cross tiene algo más de bullicio que Liverpool Street a esas horas, sin embargo la sensación de calma y seguridad son igualmente absolutas.
El hotel de King’s Cross donde me alojo (Carlton Hotel) es el típico hostel barato de Londres: habitación ridículamente pequeña, es más una esquina de la buhardilla transformada en habitación con lavabo, que otra cosa. Absolutamente mal insonorizado, entra a placer todo el ruido generado por la incesante actividad de King’s Cross, incluso de noche. Sin embargo, la habitación y las sábanas están muy limpias, el rincón es finalmente acogedor y estoy seguro de que el cansancio acumulado del día van a poder más que el ruido y las estrecheces. Efectivamente, duermo del tirón.
Al día siguiente me despierto temprano, descansado. Me aseo y me visto con ligereza, preparo un mínimo de documentación para las conferencias y me lanzo al metro de King’s Cross en dirección a Islington, este de Londres. Luego me espera una deliciosa tarde en el British Museum, y finalmente una cena en el Soho con una amiga expat. Hace un día frío pero fantástico, y Londres me ha recibido de nuevo con los brazos abiertos. Estoy encantado.
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El típico hotel agujero de Kings Cross eh? Yo ahí he visto de tó.
Por cierto creo que te has colado un poco con lo de «King’s Cross se trata de una de mis zonas preferidas para pernoctar de Londres, junto a la zona de Hyde Park y el metro de Bayswater». Vamos que Kings Cross no tiene nada que ver con Hyde Park (hay un buen trecho hasta allí) y menos aún con la estación de Bayswater.
Cuando digo ‘junto a’ no lo digo en el sentido de proximidad, sino a ‘zona preferida al igual que estas otras: Hyde Park, etc.’ Pero es cierto que no queda claro en mi redacción.
¡Gracias por comentar! Por cierto, ¿qué cosas has visto en King’s Cross? Me has dejado muy intrigado…
He cambiado ‘junto a las zonas’ por ‘junto con las zonas’, creo que así queda más claro. ¡Gracias!
OK, sí ya me imaginaba que era un problema más bien de redacción.
Cuando llegué a Londres hace unos 3 años y medio me alojé un un puñado de sitios baratos junto a King’s Cross a cual peor.
Son los inicios de mi blog, echa un vistazo a este post por ejemplo: http://www.guirilandia.com/2008/11/02/mas-alojamientos-de-lujo/