Rotterdam, el colmo para un arquitecto

Rotterdam se nos ha hecho algo fea a priori. El acero, el ladrillo y el cristal dominan la ciudad. Si pensábamos encontrar canales y casas pintorescas al estilo Ámsterdam, estábamos equivocados.

La arquitectura de Rotterdam

Es difícil hallar vestigios del pasado porque esta urbe, la segunda de Holanda con 600.000 habitantes, fue duramente bombardeada por los nazis el 14 de mayo de 1940. El centro histórico quedó reducido a ceniza y solo se salvaron de la quema 4 edificios: el del Ayuntamiento, el de Correos, la iglesia de San Lorenzo y la torre Witte Huis (Casa Blanca). La línea que divide la zona destrozada de la que se mantiene en pie tiene un nombre de lo más evocador: El límite de fuego. La reconocerás poque sus calles están marcadas con luces e iconos con una llama.

La iglesia de Rotterdam
La iglesia, en el medio de la nada, tras los bombardeos.
La Casa Blanca de Rotterdam
La Casa Blanca se salvó de los rigores de la guerra.

Ahora el aspecto de Rotterdam es el de una ciudad pudiente en la que cada edificio lucha por ser más impactante que el de al lado. Varios premios Pritzker de arquitectura han dejado aquí su impronta: Álvaro Siza Vieira, Norman Foster, Rem Koolhaas (oriundo de aquí)… Entre todos han dibujado un skyline de diseño. Mucho más moderno, lógicamente, que el de Ámsterdam, donde se ubican los estudios de arquitectura más longevos. Rotterdam es rabiosamente experimental. También algo dura.

Se ha construido mucho y a una velocidad de vértigo. Es comprensible: tras la II Guerra Mundial había que alojar rápidamente a quienes trabajaban en el puerto y a los que se habían quedado sin hogar. De ahí que se erigieran torres altas para acoger a cuanta más gente, mejor. Ahora hay grúas paradas y menos presupuesto para obras. Muchos proyectos se han postergado o cancelado por la crisis. Y, con acierto, surgen corrientes arquitectónicas que piden que, en vez de que la ciudad creza más, se dé prioridad a aquellos rincones escondidos que los ciudadanos ni siquiera conocen.

La calle Poortstraat de Rotterdam
Por la calle Poortstraat nos sorprende esta curiosidad

Recorrer Rotterdam

Dicho lo dicho, una buena manera de recorrer Rotterdam es trazando una línea que una sus más emblemáticas construcciones. Estas son algunas de las que no te puedes perder:

  • Puente Erasmus. Sí, el morador más ilustre de la ciudad fue el humanista Desiderius Erasmus, que da nombre a uno de los símbolos de la metrópoli. El puente es de los más nuevos, pues se construyó entre 1990 y 1996, y tiene 808 metros de longitud. También le llaman el cisne por su cono de acero inclinado de 139 metros de altura.
  • La pequeña península Kop van Zuid, con el río Maas a un lado y el Rijnhaven al otro. Aquí se ubica la Maastoren, la torre de oficinas más alta de Holanda. Y la New Orleans, diseñada por Koolhaas.También el hotel New York, en un edificio de aspecto antiguo que antes ejercía de oficina de la línea Holanda-América. Desde allí, cientos de inmigrantes abandonaban Europa en barco en busca de una vida mejor. Las vistas al atardecer desde este punto son de las mejores.
  • Red Apple. Es un edificio de viviendas llamado así por el color del antiguo mercado de manzanas que se encontraba aquí. Lo firma un tal Kees Christiaanse.
Kop van Zuid en Rotterdam, y el puente Erasmus
La mini península Kop van Zuid y todo un símbolo: el puente Erasmus

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Publicado por Ana Franco

La ‘testadora’ de camas. El sueño de mi vida laboral es ser probadora de camas de hoteles de lujo. Ventajas: todas. Duermes mucho (estupendo para el cutis), no pagas alquiler por un piso (ni las facturas que conlleva), el personal te mima como si fuera tu madre y viajas sinfín. Por si fuera poco, el servicio que prestas a las empresas hoteleras con tus informes (el lecho no está suficientemente iluminado, la dureza del cuadrante A3 es excesiva, la almohada pierde pluma…) se me antoja inestimable. Hasta que llegue mi oportunidad seguiré siendo periodista, especialidad: lujo. Que tampoco está mal. Mi profesión y mi vocación de curiosa me llevan a viajar constantemente, y no de cualquier manera. Visito hoteles de playa, de montaña y de monumento; establecimientos de cuatro, cinco y siete estrellas (de seis no, no me preguntéis por qué); espacios minimales, recargados y hórror vacui. A partir de ahora, y gracias a mi querida Doris, los diseccionaré para 3viajesaldia. Que también es un lujo de página. ¿Te gustan los artículos de Ana? No dejes de visitar Deluxes.net
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