Paisajes de Vulcano

Paisajes de Vulcano

Dadme una cámara de carrete y película en blanco y negro, en un sitio de nombre tan sugerente como Vulcano, y con un cielo encapotado: me tendréis absorto y contento para todo el día.

Aunque nada más llegar a esta primera isla del archipiélago de las Eolias, 25km al norte de Sicilia, lo primero que me reciba sea un fuerte olor a azufre; pero no soy yo, este ha sido el mismo recibimiento para todas las personas que la han pisado desde hace miles de años, con saludos mucho más efusivos como por ejemplo en la última gran erupción que se produjo en 1888, y que duró dos años.

Llegando a la isla Vulcano

No pretendo aburriros con mucha parafernalia histórica, pero no debo saltarme el hecho de que esta isla y uno de sus volcanes, ahora durmiente, han dado nombre al estudio de todo un fenómeno natural: la vulcanología. Y es que en esa gran erupción de finales del siglo XIX algunos científicos llevaron a cabo unas de las primeras investigaciones sobre los volcanes usando el método científico, y junto a las erupciones del Vesubio, el Estromboli y el propio volcán La Fossa de Vulcano acabaron dando nombre a diferentes tipologías de volcanes; pero sería Vulcano quien se llevaría el honor de darle nombre al fenómeno entero: volcán. Aunque eso no explicaría porqué la isla se llama Vulcano, en primer lugar.

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La isla que dio nombre a los volcanes

Cuando las polis helenas comenzaron a fundar colonias por todo el Mediterráneo, al llegar a las islas Eolias, sus navegantes deberieron de quedarse impresionados ante tanto volcán junto; si no, no se explica que le pusieran a Vulcano el nombre de Therassia, literalmente, la tierra del calor; o que establecieran la caldera del volcán La Fossa como el lugar en que Hefestos, su dios del fuego y la metalurgia, tenía su fragua y a quien luego los romanos, en su afán de cambiar nombres para acabar hablando de lo mismo, le pusieran de nombre Vulcano y de rebote, también a la isla.

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Durante muchos siglos, pareciera que la isla en efecto era una fragua, pues toda la actividad humana se centró en extraer sulfuros, alumbre y otros tipos de sulfatos: todo un ejército de mineros que estaban de paso, mientras que las islas vecinas de Lipari y Salina tenían poblaciones estables desde miles de años antes de Cristo.

Y en este punto me alegro de haber mantenido vuestro interés, así que, ante semejantes antecedentes, ¿qué podemos esperar de los paisajes de una isla como Vulcano?

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Los paisajes de la isla Vulcano

Yo cuando me encontraba en Vulcano sabía tan poco de su historia como las cuatro pinceladas que os acabo de contar, y aún sin conocer nada de esto estaba claro que me encontraba en una isla volcánica: sólo era necesario olfatear y abrir los ojos, observar a mi alrededor y luego entrecerrarlos en el valle de los monstruos para jugar a descubrir en las rocas volcánicas varias formas familiares: aquí un león, allá parece que una oveja; a la derecha las fauces de un dinosaurio, rugiendo al mar… Y pensaba en mis dos hijos pequeños y en lo que disfrutarían aquí, reconociendo monstruos e iluminando sus miradas con el poder que sólo da la imaginación de un niño.

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Otra manera de situarme fue ir hasta la playa negra y allí embelesarme con el color casi opaco de las olas que acariciaban una arena fina y… negruzca. Con el cielo encapotado como decía y junto a mi Leica de carrete, haciendo fotos y respirando un aire puro que ya no me olía a azufre.

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Luego plantarme en las faldas del volcán La Fossa de Vulcano, a los pies de una caldera mítica de grandes proezas antiquísimas y de cuya fragua salieron algunas de las herramientas de Hércules y Aquiles. Subir al volcán, sin prisas y ya con los cielos despejados de un flamante atardecer, pudiendo divisar perfectamente en la distancia el resto de las islas Eolias y la enorme chimenea del volcán Estromboli, y pensar en lo increíble que sería ascender a su cráter, y desear tiempo y salud para poder afrontar algún día ese sueño.

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Seguir por pequeñas carreteras y llegar a Vulcano Piano, la planicie que descansa sobre el cráter del volcán más antiguo –de los cuatro de Vulcano– y en donde residen los locales, en casas blancas de una planta desperdigadas plácidamente. Conocer de ellos que las alcaparras son muy preciadas en estas tierras sicilianas, tanto para adornar con la planta y su flor como para consumir sus frutos en el aperitivo y junto a una fresca ensalada mediterránea.

Llegar hasta algunos de los miradores en los puntos más altos de Vulcano y que no superan en ningún caso los 500 metros, y quedarme embobado tantas veces ante un paisaje de mar e islas que aporta una suerte de calma, una sensación placentera de tranquilidad, de que todo está bien aquí y ahora.

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Si queréis disfrutar de un destino de ensueño en pleno Mediterráneo, os recomendamos el Therasia resort de 4 estrellas donde nos alojamos. Tiene unas vistas increíbles sobre las islas Eolias y restauración y servicios de primer nivel. Seremos atendidos en castellano, y disponen de excursiones y planes para visitar el resto de las islas. Sin duda, un lugar a tener en cuenta para un viaje muy especial.

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