Durante nuestro viaje a Corea del Sur visitamos la isla de Jeju, en el sur de la península coreana. La isla de Jeju es una isla volcánica con la montaña más alta de Corea, el monte Halla (o Hallasan), que es un volcán dormido de casi 2.000 metros, pero dispone de otras maravillas de la naturaleza como múltiples cascadas o trescientos sesenta volcanes más, de los que escribiremos muy pronto. No obstante, lo que más nos gustó de Jeju fueron sus simpáticos habitantes y las historias que había detrás.

Una de las historias más fascinantes de la isla es la de las abuelas buceadoras de Jeju, las haenyeo. Las escarpadas costas de Jeju están llenas de marisco, pulpos, algas y corales que significaban antaño la primera fuente de ingresos de los habitantes de la isla, quienes lo vendían a los comerciantes coreanos y japoneses. En el siglo XIX era normal que los hombres fueran los buceadores que cada día se lanzaran a las frías aguas de la isla de Jeju para pescar ostras, pulpos, calamares y algas de la costa del Dongbok-ri en Jeju. Sin embargo, el gobierno de Corea introdujo unos altos impuestos a los buceadores masculinos, así que los habitantes de Jeju encontraron una manera innovadora de sortear la ley: convirtieron a las mujeres en buceadoras y de esta manera se ahorraron pagar las altas tasas impuestas desde Seul. Y así es como a partir del siglo XIX sólo las mujeres bucean en la costa de Jeju, buscando cualquier tipo de marisco y algas.


Nos contaban en Jeju que las niñas cuando nacían las metían en una vasija con agua para que se fueran acostumbrando al agua y no tuvieran miedo. De esta manera, las niñas iban creciendo en contacto permanente con el agua. Las mujeres de Jeju son capaces de sumergirse 20 metros a pulmón libre y aguantar la respiración más de 2 minutos. Estas mujeres que aún bucean tienen la mayoría más de 50 años y algunas tienen más de 80 y siguen buceando cada día para poder vender mariscos y algas. Nos explican que algunas de las buceadoras ganan más de 20.000€ al año vendiendo los frutos robados al mar, sin embargo es uno de los trabajos más duros de la Tierra. Un estudio dictaminó que las mujeres ancianas de Jeju son las más fuertes del planeta, y se estudió qué remedios naturales tomaban para poder estar buceando hasta edades muy avanzadas. Dicen que el secreto está en qué comen huesos machacados de un raza especial de caballos de la isla de Jeju como suplemento vitamínico y que esto les da mucha fortaleza a sus huesos y musculatura.

En la actualidad ya no hay mujeres en Jeju que quieran sustituir a sus madres o abuelas y con las actuales ancianas buceadoras parece ser que esta profesión desaparecerá de Jeju. Es así, como esta historia de supervivencia, resistencia y superación terminará en los próximos años.
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Fantástica historia Marc, me alegro de que pudierais ir a Jeju, me hubiera encantado.
Hay documental que habla de algo parecido pero en Japón. Son trabajos durísimos y lógicamente tienen toda la pinta de que se van a perder con los años.
Un abrazo!
Curiosa la historia. Desde luego no podia ser en otra parte que en Oriente…
Al final como casi siempre las mujeres sacando del apuro a los hombres