Hoteles de lujo. La Trémoille, París

Hotel La Trèmoille de París
Fachada del hotel La Trèmoille de París

¿Harto del minimalismo? Huye a París. A ojo de buen cubero, la capital francesa reúne más hoteles recargados que ninguna otra ciudad. Y no hace falta alojarse en el Ritz o en el Crillon para sentirse arropado por suntuosas telas y camas bien vestidas. La Trémoille es una opción algo más asequible, íntima y contemporánea en su decoración. Te recibe con esa sensación de volver a casa después de un largo día y acurrucarse en el sofá que, por desgracia, pocos establecimientos ofrecen.

Este hotel acumula varios puntos fuertes. En primer lugar, su ubicación. A dos pasos del Arco del Triunfo y de la elegante Avenue Montaigne y a un paseo de la Torre Eiffel, es el súmmum del turista al que le gusta caminar. El barrio es tranquilo, pero está muy cerca del bullicio de los Campos Elíseos. Y el edificio, que acoge al hotel desde 1925, es de lo más parisino, con molduras en las paredes, balcones de hierro forjado y esos áticos abuhardillados con tejado de zinc tan románticos cuando llueve, que es casi siempre.

Hall del hotel La Trèmoille de París
Hall del hotel La Trèmoille de París

La entrada es fantástica, amplia, con una escalera regia art déco. Otro tanto a favor de La Trémoille es que las habitaciones son grandes, pese a que el hotel da la sensación de ser recogido. Las remodelaron todas en 2002 y las decoraron con moquetas, muebles de madera oscura, sofás de terciopelo, telas de seda y de ante que combinan a la perfección, molduras y chimeneas de mármol en algunas estancias (hay 31 ambientes distintos). El resultado es de lo más chic.

Habitación del Hotel La Trèmoille

Suntuosas telas en el Hotel La Trèmoille

En sus baños de mármoles gris y negro y espejos enmarcados en madera descubrí la marca británica Molton Brown en forma de frascos enormes con distintos aromas y utilidades: jabones para relajarse, geles para activarse… Una delicia de amenities que no puedes llevarte porque están ancladas a la pared. Los baños y sus bañeras merecen ser disfrutados durante horas.

Aquí ofrecen al huésped una manera de no mezclarse con la plebe. Han instalado lo que llaman el hatch, un sistema de torno situado al lado de la puerta de entrada que permite dejar la ropa o los platos sin molestar a los ocupantes de la habitación, pues se puede abrir desde fuera de la estancia y desde dentro.

Bar-restaurante Louis en el Hotel La Trèmoille

Es en las habitaciones de La Trémoille donde más a gusto se está, pero si lo que te motiva es ser visto puedes pasar por la biblioteca y por el bar-lounge-restaurante, el Louis 2, muy apetecible para tomar una copa antes o después de cenar. Los más románticos no echarán de menos ni siquiera la Torre Eiffel (que, por otra parte, pueden ver desde las habitaciones de los últimos pisos).

Ficha del Hotel La Trèmoille

Dirección: Rue de La Trémoille, 14. París (Francia)
Web: http://www.hotel-tremoille.com
Categoría: 4 estrellas.
Nº de habitaciones: 93 (de las que 5 son suites).
Mejor habitación: cualquiera del último piso, para ver cómo se asoma la Torre Eiffel.
Lugar de interés más cercano: como se encuentra en el denominado Triángulo de Oro, todo queda cerca, pero destacamos el Arco del Triunfo, el puente l’Alma (donde falleció Lady Di) y el Palais Galliera, donde se ubica el Museo de la Moda de la Villa de París.
Servicios: Centro de tonificación y belleza (con spa y gimnasio), bar/restaurante Louis2, que ofrece cocina mediterránea, conserje 24 horas, servicio de habitaciones 24 horas, lavandería, limpieza de calzado, vehículos, cambio de moneda.
Internet: televisores 16/9 LCD con canales satélite, DVD, teclado de infrarrojos para acceder a internet desde la televisión, internet ADSL gratuito.
Detalles: el servicio le agasaja con galletas macaron de la casa Ladurée.
Precio: la oferta Week-end zen package for a couple (Fin de semana zen en pareja) incluye una noche, desayuno y dos tratamientos relajantes por 450 euros en habitación doble estándar (la más pequeña).


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Publicado por Ana Franco

La ‘testadora’ de camas. El sueño de mi vida laboral es ser probadora de camas de hoteles de lujo. Ventajas: todas. Duermes mucho (estupendo para el cutis), no pagas alquiler por un piso (ni las facturas que conlleva), el personal te mima como si fuera tu madre y viajas sinfín. Por si fuera poco, el servicio que prestas a las empresas hoteleras con tus informes (el lecho no está suficientemente iluminado, la dureza del cuadrante A3 es excesiva, la almohada pierde pluma…) se me antoja inestimable. Hasta que llegue mi oportunidad seguiré siendo periodista, especialidad: lujo. Que tampoco está mal. Mi profesión y mi vocación de curiosa me llevan a viajar constantemente, y no de cualquier manera. Visito hoteles de playa, de montaña y de monumento; establecimientos de cuatro, cinco y siete estrellas (de seis no, no me preguntéis por qué); espacios minimales, recargados y hórror vacui. A partir de ahora, y gracias a mi querida Doris, los diseccionaré para 3viajesaldia. Que también es un lujo de página. ¿Te gustan los artículos de Ana? No dejes de visitar Deluxes.net
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