Harlingen y la historia del faro

Me encanta escuchar a la gente contar su historia. Cada uno de nosotros tenemos una, y muy especial. En Harlingen, un encantador pueblecito de pescadores de la costa norte de Holanda, Gerry -oriundo de la zona- y Sharon -nuestra guía de habla español de origen belga, asentada en los Países Bajos desde hace unos años, después de haber pasado por Francia y por España- nos contaron la suya.

Harlingen
Harlingen

A Harlingen, un pintoresco rincón de las tierras septentrionales holandesas con cerca de 16.000 habitantes, se le conoce también por su industria de refinerías de sal traída, hace algunos siglos (alrededor de mediados del siglo XVII), de las lejanas tierras de España y Portugal. No existe mucho material al respecto, tan sólo algún cuadro colgado en las paredes del actual ayuntamiento del pueblo (donde trabaja habitualmente Sharon) y el boca a boca transmitido de generación a generación y que nos hace revivir Gerry mientras paseamos por las heladas calles adoquinadas de este pequeño y pintoresco pueblo.

Es febrero y la sensación térmica es de menos 10 grados de temperatura en la calle. Dentro de las casas, cuya vida interior se vislumbra a través de unas enormes ventanas sin cortinas, los holandeses parecen no percibir este frío, ajenos a la temperatura exterior y a los visitantes (nosotros cuatro) que miran curiosos hacia el interior de unas preciosas casas que parecen de cuento, de construcción típica holandesa. Comento que no se me hace extraño que el origen de los preciosos cuentos de Andersen tengan su procedencia por estas tierras del norte, ya que Dinamarca y sus costumbre no pueden alejarse mucho de este bonito pueblo y de sus habitantes de cuento.

El faro de Harlingen
El faro de Harlingen

Harlingen fue declarado patrimonio cultural de la UNESCO en junio del pasado año, de lo cual todos sus lugareños se sienten muy orgullosos. Gerry nos cuenta además que una de las campanas del edificio principal de la calle fue regalo de Felipe II, como guiño hacia la nacionalidad de «las periodistas españolas». Nos reímos con gusto, ya que debe de ser lo más cercano a casa con lo que nos encontraremos en este viaje, lejos de los turistas y de toda sensación de estar «fuera de casa» ya que más bien lo que estamos haciendo es integrarnos en esta cultura tan familiar y con tanta vida interior (y es que el clima acompaña).

Patinando sobre los canales helados de Hindeloop

A unos escasos 20 kilómetros de Harlingen se encuentra el pequeño pueblecito de Hindeloopen, afincado también en la costa del mar de Wadden y conocido por sus excelentes patinadores y por ser una de las once ciudades de una famosa competición de patinaje Elfstadentocht -una ruta que une once ciudades a través de sus canales- que se celebra en Holanda siempre que las condiciones meteorológicas lo permiten, esto es, cuando la capa de hielo de los canales alcanza un espesor de más de quince centímetros durante diez días consecutivos. Se necesita que el tiempo (y el frío) acompañen para hacer posible la puesta en marcha de este curioso festival, que atrae a prensa internacional y a patinadores profesionales de todos los rincones del mundo.

En pleno centro de este pintoresco lugar se encuentra el Museo del Patinaje, ubicado en el interior de una vivienda típica holandesa. Tras cruzar el umbral de la puerta principal, es posible realizar un viaje en el tiempo al pasado de hace un siglo, cuando comenzó el Elfstadentocht (algo así como «la ruta de las 11 ciudades», en holandés) y disfrutar de esta auténtica pasión para los holandeses que, según nos cuentan en el museo, es para ellos un deporte tan importante como el fútbol para los españoles.

1997 fue el último año en el que esta ruta tuvo lugar, recorriendo a través de los canales las once ciudades sobre patines, entre ellas Harlingen y Hindeloopen. Desde el año 1909 en que se celebró la primera competición -cuyo ganador fue Minne Hoekstra- han tenido lugar 13 celebraciones, todas ellas en años alternos, excepto 1985-1986, años en los que el estado del hielo y las bajas temperaturas permitieron realizar la competición en años consecutivos. Aunque este año está haciendo mucho frío en la región de Frisia, todavía es pronto para saber si habrá suerte este año y se retomará el Elfstadentocht tras los últimos 13 años de silencio.

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Continúa leyendo la serie 'Viaje a Holanda'Las islas de Wadden, navegando por tierras del norteRotterdam, un ciudad muy moderna  

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Publicado por Doris

Muchas cosas no se pueden averiguar pensando, hay que vivirlas (Michael Ende)

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