Detrás de cada viaje hay siempre una historia. La mía con la civilización maya empezó con un viaje a Guatemala, invitada como ponente por la Organización Mundial del Turismo para hablar sobre blogs y medios sociales en el marco del Seminario Internacional sobre Turismo y Medios de Comunicación en Centroamérica y terminó con la visita al corazón más profundo de la cultura maya, en un pueblecito del lago Atitlán llamado San Juan La Laguna. En el corazón de sus bosques la espiritualidad reapareció de nuevo en mi vida y, una vez más, volví a creer en la magia del origen del hombre.

¿Quiénes son los mayas?
Sabía poco de los mayas hasta que llegué a Guatemala, y lo que no me podía ni siquiera imaginar es que esta civilización continuase viva hasta hace menos de 30 años en uno de esos lugares que parece que ya no existen más que en las películas, y que se encuentra escondido en uno de los rincones mejor preservados de Centroamérica: el lago Atitlán y sus alrededores. Los mayas, una civilización que se conserva viva en pleno siglo XXI en las orillas de este lago (considerado uno de los más bellos del mundo por célebres escritores como Aldous Huxley y varios poetas suizos), son una de esas etnias tan poco conocidas y, al mismo tiempo, tan ignoradas por la civilización occidental. Más allá del archiexplotado Chichén Itzá en México, uno de los asentamientos clave de esta cultura milenaria son los doce (en su origen trece) pueblos que rodean al lago Atitlán y a sus tres volcanes (San Pedro, Atitlán y Solimán), una placa tectónica milenaria que conserva bajo sus aguas historias legendarias, como la magia de su origen a partir de la división de las etnias tzutujil y kaqchiquel.



Vivir un ritual maya en el siglo XXI
En los bosques del lago Atitlán tuvimos la oportunidad de participar en un auténtico ritual maya. Primeramente se forma un círculo de azúcar que simboliza la dulzura que los humanos le hemos quitado al mundo. A continuación, se pone una cruz en el medio que divide los 4 hemisferios formadores, simbolizando a su vez a los 4 abuelos mayas o ancestros. Encima de todo, incienso para que los mensajes lleguen al sol (Dios). Encima se añaden 7 plantas que hacen referencia a los 7 territorios diferentes que simbolizan la unidad maya. Y muchas velas, que encarnan la simbología de los colores maya o las cuatro etapas vitales: blanco y amarillo (salud), rojo (vida y amor), verde (trabajo) y negro (muerte). También las ofrendas en forma de velas se identifican con estos mismos colores: blanco y amarillo (para invocar a la salud), rojo (símbolo del amor y de la vida), verde (para pedir por el trabajo), morado (para rechazar todos los vicios) y negro (para pedir el alejamiento de tus enemigos). En el ritual maya, las ofrendas principales pueden ser en forma de dulces, chocolates o de algo que simbolice lo que la persona está haciendo en ese momento (época de la siembra, matrimonio, un viaje o cualquier otro motivo personal). Durante el transcurso del rito, los Ajq’ijab’ (sacerdostes y sacerdotisas mayas) Tocan tambores y gritan, porque para ellos Dios también fue un ser humano y se va a dormir, para con su música despertarlo y estar seguros de que les va a escuchar. A continuación invocan a los 4 formadores o creadores, los abuelos mayas que representan a los puntos cardinales. Se enciende el fuego y empieza una ceremonia que es una conversación con Dios y de acuerdo con la forma de la llama se sabe si se ha aceptado o no la ceremonia. Nos contó nuestra guía guatemalteca que el actual presidente cuando hizo la ceremonia maya se formó el dibujo de un venado con la llama. Misterios de las civilizaciones milenarias.

Las ruinas mayas de Tikal
Guatemala, cuyo significado en origen es «tierra de árboles», es uno de los países más atractivos de Latinoamérica, ya que conjuga a la perfección, naturaleza, cultura, aventura y gastronomía. Las antiguas ruinas mayas del Parque Nacional de Tikal -unas de las más antiguas y mejor preservadas del mundo- y la isla de Flores, ambas en el departamento de El Petén, son una de esas escenas que se te quedan grabadas para siempre en la memoria fotográfica. Y, una vez más, una imagen vale más que mil palabras.

Agradecemos a la Organización Mundial del Turismo (OMT), al INGUAT (Instituto Guatemalteco de Turismo) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) toda su colaboración para hacer posible la elaboración de este post durante el Seminario Internacional Turismo y Medios de Comunicación en Centroamérica que tuvo lugar en Ciudad de Guatemala los días 14 y 15 de enero de 2013.
Parece un destino mágico, espero viajar alguna vez al corazón de Guatemala.
Muy interesante tu visión de los mayas, yo tuve contacto con está cultura ya que viví al otro lado de la frontera, en Chiapas, México. Es cierto lo que dices los mayas son una cultura viva, con mucha riqueza de tradiciones compartidas en toda Mesoamérica.
Saludos.
A Guatemala, hay que ir para vivirlo… En donde tendrás una experiencia única de la realidad de la cultura y civilización Maya.
Excelente descripción de una ceremonia que a todos los presentes nos impactó y nos hizo preguntarnos el porqué de muchas cosas. Fue un placer compartirlo contigo.
Siempre es un placer viajar con vosotros, y en esta ocasión todo un lujo tener a mi lado a Paco Nadal, del que sigo aprendiendo cada día. Guatemala rocks!