7 ciudades europeas que me gustaría visitar en 2015

7 ciudades europeas que me gustaría visitar en 2015

Cada nuevo año lo recibo con una larga lista de ciudades que me gustaría visitar por primera vez o simplemente redescubrir. La gran mayoría pasan a la lista del año siguiente, por eso si concentro mi atención esta vez en una selección más corta quizá pueda tachar más elementos. Así que ahí va mi lista de ciudades europeas que me gustaría visitar en 2015.

Londres

No hay año que no quiera volver a Londres, normalmente por febrero o marzo. En 2015 me gustaría continuar con mis entrevistas a jóvenes expats españoles saliendo adelante en Londres. Pasear por Hyde Park, patearme las calles de Soho o Covent Garden y perderme en sus librerías repletas de secciones de libros de historia, geopolítica y viajes. Disfrutar del ritmo trepidante de sus calles, con la enorme educación y respeto por la cultura que profesan los londoners. Alimentarme de comida thai y asiática casi exclusivamente, y sumergirme en la diversidad de una de las ciudades más vitales de Europa. Seguir descubriendo las huellas del Almirante Nelson en Greenwick y sobre todo perderme de nuevo en las salas del British Museum, uno de mis lugares preferidos en el mundo, en el que también quisiera comenzar un pequeño proyecto fotográfico al que le tengo muchas ganas.

Berlin East Side Ballery
Berlin East Side Gallery

Berlín

Quisiera volver a tumbarme sobre la hierba adyacente a los restos del muro de Berlín de la East Side Gallery al atardecer, cerrar los ojos y escuchar junto a jóvenes locales los ritmos dub provenientes del tenderete de algún DJ, y luego contemplar los destellos de los últimos rayos de sol reflejarse en la aguas del río Spree. También percibir de nuevo esa Berlín moderna, nihilista, vital y despreocupada que surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, y descubrir por fin algo de la afamada noche de Berlín. Y porque no, darme el gustazo de conducir un Trabant o rendir homenaje a esos 25 años sin muro en unos tiempos en que está de moda volver a levantarlos.

Interior de Santa Sofía
Interior de Santa Sofía. Copyright Rafa Pérez

Estambul

Le tengo inmensas ganas a Estambul por su Historia en mayúsculas, para poder admirar lo que queda de la obra de los emperadores Constantino y Justiniano. Para visitar la Cisterna Basílica y comprender que Estambul fue el Imperio Romano tras Roma –nada menos que durante mil años más — a pesar de que los historiadores se entesten en no reconocerlo y lo llamen simplemente Bizancio. Poder pisar el Cuerno de Oro y pasear por el puente de Gálata, oler a comercio y a mar, y pensar en ese manido puente entre Europa y Asia que es la ciudad, siempre en tensión, siempre incomprendida y tantas veces abandonada a su suerte. Tener la oportunidad de descubrir también su resurjimiento bajo el dominio del Islam, y comprobar el calor y la afabilidad de sus gentes. Probar el delicioso té turco (çay) en alguno de sus bazares y cafés, también visitar el café regentado por el legendario fotógrafo Ara Güler, hacer un poco de street photography sin más prisas, con mi Leica M2 y película b/n. Pero sobre todo, sobre todo, para emocionarme al entrar por primera vez en Santa Sofía.

Gante

Gante

Quisiera viajar a Gante para volver a extasiarme contemplando la escena, los detalles preciosistas y los múltiples misterios del políptico de la Adoración del Cordero Místico de los hermanos Van Eyck (si es que continúa en exposición); para catar de nuevo sus ruiquísimos mejillones condimentados de mil maneras y acompañados de un fino vino blanco en el Monopol bvba (Korenmarkt 37), y porque en Gante las cervezas belgas saben mejor, más aún si las tomamos en alguna terraza de uno de los canales de esta tranquila ciudad flamenca. Y por supuesto, para volver a pisar uno de los cascos históricos medievales más atractivos (y menos conocidos) de Europa.

Belgrado street art

Belgrado

Deseando estoy de poner pie por primera vez en una región clave de los balcanes y de Europa, y quizá descubrir al pueblo serbio fuerte y directo que describía magistralmente Rebecca West en Cordero negro, halcón gris. También aprender y contrastar mis experiencias en otras capitales vecinas como Zagreb, Liubliana o Budapest, todas ellas enclavadas en una esquina de Europa que me fascina. Y conseguir desenmascarar todos los tópicos y estereotipos, y contagiarme de una de las ciudades más jóvenes, vitales e imaginativas de Europa.

Budapest

Budapest

Para volver a pisar las bucólicas calles del barrio de Buda tantas veces dibujado por Sándor Márai en sus novelas, para sumergirme en alguna de sus cuevas o entrar esta vez en uno de sus baños termales árabes. Para contemplar de nuevo la belleza de las húngaras, o la impresionante fachada del Parlamento de Hungría. Para auparme otra vez a sus destartalados y omnipresentes tranvías, para volver a visitar la Casa del Terror (pero sin que esta vez me confisquen mis fotos robadas). Para tener la oportunidad de tratar con un pueblo -el magiar— tan diferente a sus vecinos eslavos y al resto de europeos, que vino de Asia Central a instancias del Imperio Romano de Oriente hace más de quince siglos, y que encontró su sitio definitivo en la gran llanura húngara. Tenerme que enfrentar durante unos días a un idioma que tiene 14 vocales es otro aliciente, después de leer a otros que ya lo han hecho.

Puerto de Reykjavik
Puerto de Reykjavik

Reykjavik

Porque Reykjavik me fascina como pocas ciudades en el mundo. Por volver a asistir a conciertos en vivo en alguno de sus pubs, o ver cómo los que cierran la noche vuelven caminando a sus casas de muy buen humor, haciendo eses. Por estar a tiro de piedra de una naturaleza rotundamente libre y prístina. Por vivir de nuevo la magia de Thingvellir, en donde Europa y Norteamérica se separan unos pocos milímetros cada año. Por buscar los gnomos y elfos que se esconden en parajes recónditos, o si no hay suerte por conocer algo más de la cultura de este pueblo hijo de vikingos y forjado por la lava y los duros vientos del norte, y en el que todos los habitantes son primos o hermanos. Por el maravilloso sentido del humor de los islandeses (humor negro), y para volver a tener la oportunidad de comprar el libro Reykjavik Rocks! en el aeropuerto de Keflavík.

#Europa#capitales-europeas#Ciudades

Publicado por Manuel Aguilar

"Viajar es uno de los mejores caminos para encontrarse a uno mismo."
4 comentarios
  • Yo estuve en Belgrado este año. Lo más importante lo puedes ver relajadamente en una mañana. Es una ciudad por lo demás, no muy bonita y la gente no es muy acogedora. Eso sí, tiene ambiente por la noche. En mi opinión, si no conoces Sarajevo, tiene mucho atractivo. Skopje tampoco está mal como ciudad en la zona.

  • Hola, Manuel. Pues no puedo más que dejarte un comentario, porque a cada letra que iba leyendo se me ocurría algo que decirte. Qué lástima que no sea una conversación!
    Yo estudié en Londres allá por el año la polka, pero el interesante es el caso de una amiga que tengo allí ahora. Si entrevistas expats, te encantará conocer a esta periodista reconvertida en diseñadora de camisetas. Os pongo en contacto si quieres 🙂
    Budapest para mí es la ciudad más hermosa de Europa. En unos días iré a Praga, a ver qué ocurre entonces, chan cháaaan…
    Coincido absolutamente contigo en cuanto a Gante. Has probado las neuzeke?
    Espero que hagas todos tus viajes en este año de la niña bonita.

    Saludos viajeros!

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