En uno de nuestros viajes a Rumanía, hicimos parada en una ciudad llamada Câmpina, una localidad que no sale en las guías de viaje pero que una vez allí nos encontramos con una curiosa sorpresa fruto de la imaginación alimentada por el dolor de un padre.

Julia Hasdeu nació en 1870 y desde pequeña demostró tener mucho talento con las letras. Como artista precoz escribió poemas, prosa y obras de teatro. Desgraciadamente la tuberculosis se la llevó en 1888 acabando con una prometedora carrera literaria. Tras su muerte su trabajo fue publicado por su padre, Bogdan Petriceicu Hasdeu. Sin embargo, presa de la amargura, este acto póstumo no fue suficiente y Hasdeu convirtió su vida en una obsesión para comunicarse con el “otro mundo”.

En 1893 la familia Hasdeu pasaba unos días de vacaciones en Câmpina, enamorado por la tranquilidad del lugar B.P. Hasdeu compró una propiedad. Tres años más tarde construyó el Castillo Julia Hasdeu de acuerdo a unos planos diseñados por él mismo inspirado, como aseguraba, por el espíritu inmortal de su hija.

Finalmente construyó un castillo con 3 torres lleno de simbología y detalles. En el frontal vemos el emblema de la familia Petriceicu, el slogan de la familia (« Pro fide et patria » – por la fe y la patria-) y unas palabras de Galileo Galilei (« E pur si muove » – y sin embargo, se mueve -) quizás en referencia al sistema rotatorio con el que se abre la puerta principal. A ambos lados un par de esfinges guardan la entrada y sobre ella el Ojo del Mundo. Para terminar la foto las rejas laterales simbolizan el sol. Así para empezar, no está mal. ¿Qué habrá en su interior?.


Dentro del castillo encontramos una vivienda decorada con objetos que hablan de la familia Hasdeu: muebles, figuras y cuadros que cuentan la historia de los Hasdeu y hasta representan sus obsesiones como el cuarto del espiritismo.


La estancia central es con mucho la más espectacular. Bajo una cúpula pintada en rojo y amarillo encontramos una figura que representa a Jesús con los brazos extendidos. Es una imagen que impacta ya que no estamos en una iglesia, a pesar de ser un castillo no dejaba de ser una casa particular.

B.P. Hasdeu vivió aquí los últimos 10 años de su vida y no es difícil imaginar lo poco sano que debía de ser vivir encerrado con sus obsesiones.

Cuando falleció los herederos afrontaron el problema de conservar el lugar. Ante lo costoso del asunto optaron por abandonarlo hasta la ruina. En la década de 1960 el castillo pasó a formar parte de la lista de monumentos arquitectónicos de Rumanía y se restauró para abrirlo como museo en abril 1965. La restauración no fue 100% fiel a la idea original pero aun así no se puede negar que les está quedando bien ya que siguen en ello.



Es difícil describir las sensaciones que aporta un monumento como el Castillo de Julia Hasdeu. A simple vista es un ejercicio de fantasía e imaginación que sorprende. Ahora bien, una vez conocida la historia que hay detrás, la locura y desesperación de un padre dolido, el decorado cambia un poco. Aquí todo tiene su significado.
No diríamos que merezca la pena “peregrinar” hasta Câmpina para visitar el castillo, sin embargo, si nos encontramos en las cercanías o de paso, como curiosidad el lugar bien merece una visita.
Dirección:
Castelul Iulia Hașdeu,
Bulevardul Carol I 199
Câmpina 105600,
Rumanía
Excelente post!. un lugar lleno de arte he historia. Saluldos
Genial, que buen post, es un patrimonio arquitectónico. Saludos.