Reflexiones desde un apartamento en Berlín

Reflexiones desde un apartamento en Berlín

Han transcurrido 20 años desde que el antropólogo francés Marc Augé acuñara el concepto del "no lugar" en su libro "Los no lugares. Espacios del anonimato. Antropología sobre la modernidad", y desde entonces somos más modernos, existen más no lugares y han corrido ríos de tinta al respecto de este apasionante tema.

¿Pero qué es un no lugar? Para Augé los no lugares son aquellos espacios sin historia ni personalidad, son sitios circunstanciales en donde las personas nos hallamos de paso y sin posibilidad de relacionarnos más que de forma mecánica y artificial; son lugares insulsos, sin identidad y difíciles de asociar con una ubicación concreta.

Augé habla de autopistas, de medios de transporte (aviones, trenes…), aeropuertos y estaciones ferroviarias, de supermercados y grandes centros comerciales; de McDonalds, IKEA's, y de salas de cine. Todos son iguales… Aquí y en Alemania.

Aeropuerto de Schönefeld en Berlín
Los aeropuertos son unos de los no lugares por antonomasia. Schönefeld de Berlín

En algunos de estos lugares la persona (que pasa a ser denominada el pasajero, claramente un ser de rango inferior) llega incluso a temer por su identidad, que queda reducida a un billete sin el cuál no hay escapatoria posible del no lugar. Así es que su objetivo pasa a consistir en validar en todo momento su propia existencia. Pensemos en la experiencia de transitar por un aeropuerto: check-ins, controles de seguridad, colas de espera, embarque, más colas, control de entrada al avión… Tenemos que identificarnos en todo momento, demostrar que seguimos existiendo. Pero no es el único caso kafkiano, incluso se podría decir que los hospitales cumplen con todos los requisitos de los no lugares: indistinguibles entre sí, allí pasaremos a ser un paciente o un visitante, seremos tratados como un sujeto pasivo y en muchas ocasiones la experiencia de despersonalización estará servida.

No quisiera ponerme más inquietante de la cuenta ni mucho menos filosofar, así que a donde quiero ir a parar: un hotel también puede ser un no lugar.

Un apartamento en Berlín

A diferencia de un hotel, un apartamento o casa están forzosamente conectados con su entorno, comparten la arquitectura, están impregnados de la historia y la cultura del lugar. Y una de las ciudades donde esto se hace incluso más palpable es Berlín, salvajemente partida en dos durante los años de la Guerra Fría, frontera entre la Alemania del Oeste y la del Este. Aún hoy, casi 25 años después de la caída del muro de Berlín, poco tiene que ver la arquitectura de los barrios del Este de Berlín –grises y sovietizados– con los del Oeste, más señoriales.

Fachada de nuestro apartamento en Berlín
Fachada de nuestro apartamento en Berlín

Por eso es que para nuestro viaje a Berlín de unos días atrás quisimos vivir la experiencia de alojarnos en un lugar auténtico, y optamos por la reserva de una estancia en un piso berlinés del lado oeste, además de que viajando con niños pequeños y toda la parafernalia de productos infantiles asociada siempre buscamos obtener el mayor espacio posible.

Nuestro hijo pequeño, tomando posesión del apartamento de Berlín
Nuestro hijo pequeño, tomando posesión del apartamento de Berlín

Conseguimos un apartamento en el oeste de Berlín a través oh-berlin.com. Ellos intermediaron entre nosotros y el propietario del piso, proporcionando las máximas garantías y con unos precios muy interesantes –en nuestro caso, un piso espacioso de 64 m2 y 2 habitaciones + comedor + terraza, en una zona de servicios y acomodada del oeste de Berlín nos salió por 80€/noche.

Llegamos a la dirección a la hora acordada y nos recibió Juliana, una representante de la propiedad que nos entregó las llaves y nos enseñó el apartamento. Éste se encontraba en un tercer piso de una finca que fácilmente tendría más de 50 años, y el acceso era a través de un pasaje que daba al patio interior, en donde se agolpaban las bicicletas de los vecinos.

Nuestro apartamento en Berlín

Nuestro apartamento en Berlín

Nuestro apartamento tenía techos altos y decoración minimalista, sus paredes y mobiliario eran totalmente blancos, con un suelo de tarima de pino y mucho espacio para movernos. En el aspecto más utilitario disponíamos de cocina con nevera, microoondas y lavavajillas, también lavadora. Además disponíamos de una cuna de bebé, televisor con canales infantiles y conexión wifi. Un detalle muy típicamente alemán fueron los cartelitos avisando de no hacer ruido a partir de las 22h que encontramos en varios lugares del apartamento, y que miramos de respetar en todo momento.

Quiet please! Berlín

Una vez instalados en nuestro apartamento en Berlín, una breve incursión por los súper de la zona nos permitió abastecer la nevera para 4 días, y otra salida de reconocimiento nos acabó de situar en un Berlín que tantas cosas habría de descubrirnos en los siguientes días.

Vivir por unos días como un local

De esos descubrimientos os iremos hablando en las próximas semanas, pero una cosa ya os podemos adelantar: nos ha gustado tanto la experiencia de alojarnos en un apartamento de Berlín que queremos repetir, ya sea en una futura vuelta a Berlín como en un viaje a Roma, París, Praga, Viena, Venecia, Edimburgo y otras ciudades europeas de gran personalidad para las que podemos encontrar apartamentos en la web de GoWithOh. Desde nuestra vuelta de Berlín, creemos que es una manera más rica e íntima de experimentar cualquiera de estas grandes ciudades, casi como un local.

Publicado por Manuel Aguilar

"Viajar es uno de los mejores caminos para encontrarse a uno mismo."
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