Un verano diferente

Un verano diferente

En breve me tocará despedir el primer verano en años en el que apenas he viajado, aunque no sea del todo cierto pues arrancó a finales de junio con un espléndido crucero de siete días por el Adriático y el Egeo, y luego en agosto fueron quince días de camping de montaña, bicicletas y piscina para deleite de los críos. Pero he tenido julios y sobre todo agostos mucho más movidos, la verdad. No he trabajado prácticamente nada para el blog a diferencia de otros veranos, fuera de tomar algunas notas inconexas y unas pocas fotos en color en lugares que lo pedían a gritos, como Santorini –curiosamente, las peores fotos del viaje– y en blanco y negro para el resto de fotos familiares o más o menos introspectivas como las que pude tomar en las calles de Venecia, Dubrovnik o en la Acrópolis de Atenas.

Ha sido un verano en el que he hecho verdaderos esfuerzos para engancharme a la lectura de libros con algo de continuidad, con resultados muy modestos, pues muy a pesar mío las redes sociales y la información en general en Internet siguen ejerciendo en mí potentes campos gravitacionales que hacen que dedicar más de media hora continuada a un libro sea todo un logro. No se puede leer teniendo un smartphone al lado, pero al menos he seguido avanzando y revisitando capítulos del magnífico Cordero Negro, Halcón Gris de Rebecca West, aprovechando que pisaba por segunda vez las calles de Split y Dubrovnik. Una reconocida obra maestra de la literatura de viajes donde la escritora británica elabora, bajo una atenta e inteligente mirada, la narración de un largo viaje por los Balcanes junto a su marido a primeros del siglo XX; que esconde en sus páginas todo un tratado sobre el carácter, la cultura y la historia de estas tierras y diríase que de la Humanidad entera, y en donde cada reflexión de Rebecca se muestra como un verdadero tesoro, consiguiendo que historias tan dramáticas como la del emperador Diocleciano nos lleguen profundamente y nos aleccionen sobre aspectos de la vida y de la sociedad que se repiten en todas las épocas pues jamás cambiarán.

Dubrovnik, una ciudad que siempre me deja frío

También y aprovechando que pisaba por primera vez tierras griegas, revisité y avancé mucho en la lectura de Pericles, el inventor de la democracia de la escritora francesa Claude Mossé, un estudio a ratos erudito de una época en la historia de Grecia que fue extraordinaria en cambios sociales y que vio nacer la democracia pero que también dio lugar a siglos de guerras y conflictos, y que presenció el fulgurante brillo de una Atenas diseñada por el mítico estratega Pericles y representada en su máxima potencia por el Partenón y la Acrópolis. Con este libro cometí el error de empezar a tomar anotaciones de frases y reflexiones para un futuro artículo en 3viajes sobre la Acrópolis y la democracia que nos toca vivir en contraposición con la de veinticinco siglos atrás… Muy ambicioso el enfoque y mucho trabajo detrás para intentar publicar algo mínimamente decente, y otro libro más que se me comienza a atascar a mitad de lectura… Como otro de mis intentos fallidos de este verano, el Sobre los ríos que van de António Lobo Antunes, un libro que lo exige todo de uno –como todos los del escritor luso– desde la primera frase, un torrente de sensaciones y pasajes de la vida del autor que revisita una y otra vez en forma de recuerdos difusos, que se han ido mezclado y fundiendo en ese extraordinario cerebro suyo y que escupe en una plasmación de los pensamientos rápidos y caóticos que pasan continuamente por su cabeza y por nuestras cabezas, y para los cuales renuncia como siempre al proceso de escritura que es un ejercicio de puesta en orden de ese río de palabras que afloran, de canalizarlas, de darles más o menos una continuidad y un cierto sentido, a veces incluso una censura, de implantar un diseño y estructuras que ayuden a presentar la vorágine continúa de recuerdos y sensaciones. ¿Y por qué será que están siempre tan presentes los recuerdos de la infancia? Lobo Antunes se deja la piel en cada proyecto literario aunque parezca que no aplique –que no quiera, que no pueda aplicar– ningún freno a su memoria en el estado más puro, creando unas narraciones hipnóticas con mucha humanidad y sentimiento, y por eso sus libros son tan personales, íntimos, bellos y delicados, tan fascinantes; pero al mismo tiempo, son tremendamente exigentes con el lector, y adentrarse en sus páginas provoca verdadero vértigo.

Leyendo a Lobo Antunes

A nivel de 3viajes, he escrito muy poco este verano como decía, pero hace ya meses que por fin me siento cómodo publicando en solitario; siempre creí que un proyecto como este era infinitamente más rico con varios editores, cada uno con su voz, sus experiencias y sus puntos de vista propios, y lo sigo pensando. Pero también he aprendido que las personas y sus motivaciones se encuentran en constante cambio, lento pero seguro, y que al mismo tiempo seguimos caminos personales bien marcados que nos van conduciendo a cada uno hacia puertos definidos, seamos conscientes o no; caminos que a veces se entrelazan, que nos unen primero y que luego nos separan pasito a pasito de otras personas y proyectos en común. Mi camino sigue fuertemente ligado a 3viajes después de diez años por convencimiento y por cabezonería, con una dinámica y dedicación que van cambiando, ahora más tranquila y personal. Ese camino propio me unió durante años al del colectivo Travel Inspirers, y a partir de cierto momento comenzaron a distanciarse poco a poco, hasta que en enero de este año tuve que despedirme de mis queridos compañeros porque sentía que ya no quería dedicarme a esto de los blogs de viajes a nivel profesional, salvo algunas colaboraciones puntuales.

Mar, cambios

El último tramo de mi verano comienza con un cambio profesional, volviendo al mundo de las startups y de la tecnología, abrazando de nuevo con fuerza una pasión por los aspectos puramente técnicos de Internet y las empreses de comercio electrónico que había ido perdiendo poco a poco durante los últimos cinco años. Intentaré compaginarlo con mi pasión por la fotografía –que no puede estar más alejada de los paisajes bonitos y los likes en las redes sociales– y mi necesidad de seguir publicando y compartiendo a través de 3viajes. La lista de borradores a medio escribir, de temas y destinos de los que hablar apuntados en notas comienza a ser grande, pero ya no me agobia en lo más mínimo no darles salida con una asiduidad auto impuesta en la que ya no creo: dejemos que los accidentes del camino nos marquen también el ritmo.

Publicado por Manuel Aguilar

"Viajar es uno de los mejores caminos para encontrarse a uno mismo."
2 comentarios
  • Me conmueve leer lo que leo. Pero me alegra también; ya que me gusta leer cuando alguien escribe desde adentro y toma decisiones propias y no llevadas por la rutina. Todo mi ánimo para llevar a cabo dos de tus pasiones: lo técnico de Internet y la fotografía ¡nunca dejes de disparar! 🙂

    Un abrazo

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