Navegando el Amazonas

Surcar el Amazonas era una de las citas incuestionables de nuestro viaje. Habíamos cambiado de rumbo varias veces, improvisado nuevos recorridos sobre la marcha, eliminado lugares de nuestro mapa de ruta y coloreado otros, pero el Amazonas era inamovible. La gigantesca selva y su gran río de aguas color chocolate habían alentado mis sueños viajeros de infancia.

Poblado a la rivera del Amazonas
Poblado a la rivera del Amazonas

Queríamos seguir el curso de la corriente cada vez más ancha y poderosa a bordo de las lanchas que utilizan los locales para desplazarse. Por delante de nosotros un recorrido de 2000 kilómetros de río donde el cielo es casi tan inmenso como en mar abierto.

Yurimaguas – Iquitos

A una hora de Tarapoto, nos esperaba en Yurimaguas nuestra primera y ‘flamante’ lancha amazónica. Estos barcos que comparten su espacio entre carga y pasajeros no son desde luego los más elegantes ni cómodos se mire como se mire, pero la experiencia de viajar con los locales y conocer aunque sólo sean un pequeño pedazo de sus existencia en las poblaciones ribereñas merece el viaje.

Lancha Eduardo IV
Lancha Eduardo IV

A bordo del Eduardo VI estrenamos las hamacas recién compradas y todavía con olor a nuevo. La humedad, el aliento de la selva, la apretujada humanidad y los gallos se encargarían día a día de convertirlas en unas hamacas vividas. Nuestra intención era viajar apenas unas horas para desembarcar en Lagunas e internarnos en la selva de la Reserva Pacaya y Samiria. Nos habían recomendado la experiencia por su carácter auténtico y local, más alejado de los paquetes turisticoselváticos que ofrecen en las principales ciudades, pero la lluvia que nos daba la bienvenida al Amazonas, el frío y la poca perspectiva de mejora junto al atraque a las 3 de la mañana en nuestro supuesto destino nos hicieron acurrucarnos en la hamaca y cerrar los ojos para seguir adelante. (Tendremos que volver)

Tras esta primera y fría noche en el Eduardo VI, la vida en el barco se iba animando, nos hicimos dueños del destartalado refectorio para animadas partidas de cartas mientras se lo disputábamos a los seguidores de la secta de los Israelitas, muy extendida a las orillas del Amazonas. Ente comida y comida, ya sin la sorpresa de saber qué nos depararía la próxima campana, porque nuestro tupper se llenaba inevitablemente de arroz ya fuera desayuno, comida o cena, comenzamos a charlar con nuestros vecinos de cubierta. Profesionales que regresaban a Iquitos desde Lima, esta es la forma más barata de viajar; soldados de permiso que volvían a su pueblo natal para visitar a la familia; mujeres y niños sobre todo, y hasta un curioso grupo de haitianos que vestían cada día con ropa que parecía recién planchada.

Cielo y laguna en la zona de Leticia (Colombia)
Cielo y laguna en la zona de Leticia (Colombia)

Quizá por ser nuestro primer tramo de navegación en el Amazonas, y a pesar del mal tiempo que nos hizo sacar los sacos de dormir en pleno trópico, los días pasados en el Eduardo VI fueron entrañables y guardo un bonito recuerdo de las colas a la hora de las comidas para llenar nuestros tuppers, las charlas sin prisa, intercaladas por horas de lectura pausada, al lento ritmo de navegación que nos imponían las numerosas paradas. Las lanchas del amazonas no navegan siguiendo una trayectoria recta, a menudo debido a las corrientes, remolinos y bancos de arena que convierten la navegación en el río en todo un arte, pero también a causa del zigzag de ribera en ribera para parar en las decenas de poblaciones donde se suman o desembarcan pasajeros mientras la tripulación trajina arriba y abajo con todo tipo de cargas.

Datos útiles:

Barco: Eduardo VI
Salida: Yurimaguas 14 h. del lunes
Llegada: Iquitos 13 h. del miércoles
Precio: 50 soles

Hamacas colgadas en el Eduardo IV
Hamacas colgadas en el Eduardo IV

Iquitos – Santa Rosa (Triple Frontera)

Tras unos interesantes días en Iquitos, donde pudimos descansar y disfrutar de la desquiciante pero a la vez apacible vida de esta interesante ciudad, volvimos a embarcar en la que sería nuestra segunda lancha amazónica, el Jorge Raúl. Comparado con éste el Eduardo IV era un hotel de 5 estrellas. Mucho más pequeños y de menor calado, el Jorge Raúl tenía que salir a última hora de la tarde de Iquitos pero los habituales retrasos en este tipo de barcos se convirtieron en 5 horas de surrealismo e incredulidad.

Para ponernos en antecedentes, una semana antes se había hundido una lancha como ésta en el río y un centenar de pasajeros pereció en el naufragio. La causa había sido el sobrepeso que siempre llevan estas naves, en las que los patronos optimizan al máximo cada centímetro, permitiendo embarcar al doble de pasajeros de los permitidos, aquí se añade además el truco de los niños que sólo pagan la mitad de la tarifa pero no tienen pasaje, por lo que no se cuentan para los registros legales. Por supuesto las dos cubiertas del Jorge Raúl estaban a rebosar, y las hamacas se amontonaban unas sobre otras en diferentes niveles. Muchos de los pasajeros habían subido sin comprar el pasaje (lo pagan durante la travesía) y tras instalar su hamaca se habían abrazado a los escasos salvavidas.

Caiman y tortuga compartiendo casa
Caiman y tortuga compartiendo casa

Atónitos, veíamos como el barcos cargado hasta arriba se dirigía lento y zozobrante hasta Capitanía, donde, tras los últimos sucesos, no le daban permiso para zarpar por exceso de carga. Mientras los funcionarios gritaban que se bajaran todos aquellos que no tuvieran billete, nadie movía un solo dedo, y así, con la mitad del pasaje sin billete y con los salvavidas puestos para dormir, pasaban las horas… Finalmente, bajaron una decena de pasajeros, una cifra de risa comparada el hacinamiento en las cubiertas, y no sabemos muy bien cómo, el barco zarpó.

En el Jorge Raúl las comodidades se redujeron a ninguna, no había un lugar donde comer al abrigo de las lluvias que seguían acompañándonos en nuestra ruta amazónica, los baños daban miedo de día y de noche, y para colmo uno nuestros vecinos de cubierta decidió dejar sus gallos de pelea bajo nuestras hamacas para que se los cuidáramos mientras él se iba a dormir a su claustrofóbico camarote. Pero hay que ser justos, el Jorge Raúl tenía algo bueno, y era su alegre tripulación transexual que además de pasearse luciendo palmito por nuestra cubierta, nos ofrecían unos platos mucho más sabrosos que el rancho del Eduardo IV.

Selva enredada en los manglares
Selva enredada en los manglares

Datos útiles:
Barco: Jorge Raúl
Salida: Iquitos (Horario) 19 h. (Real) 23 h. del sábado
Llegada: Santa Rosa 12 h. del lunes
Precio: 70 soles

Tabatinga – Manaos (Brasil)

Tras un periodo de descanso y exploración en la Triple Frontera, donde uno pasa de Perú a Colombia o Brasil, como el que cruza una calle o en 5 minutos de lancha, nos esperaba el que sería nuestro último tramo de navegación por el Amazonas. La suerte esta vez había regresado y el sol lucía alto en el cielo, el verde de la vegetación bajaba a cascadas desde las altísimas copas de los árboles y el Coraçao de Jesus, nuestra tercera lancha, esta vez brasileña, era un lujo de limpieza y comodidades.

Los colores de la selva
Los colores de la selva

La triple frontera es uno de los lugares de paso por excelencia de la cocaína hacia Colombia, y la policía brasileña se lo toma muy en serio. Aunque se puede circular entre las tres poblaciones sin ningún tipo de trámite de aduanas, cuando uno se dispone a embarcarse en un barco y entrar en Brasil, el despliegue de registros y cacheos es lo más minucioso y manual que he visto hasta ahora.

Primero es el turno de los perros y las maletas. Tras superar el olfateo canino una y otra vez, creyendo que ya podrás embarcar, pasamos a la zona de registro manual de maletas. Un consejo, no os molestéis en hacer la mochila con mucho cuidado, porque los agentes fronterizos sacan hasta el último palillo de oídos.

Tras deshacer la maleta, abrir botes, cremalleras y encender cualquier aparato electrónico, llega el momento del cacheo. Mujeres por un lado y hombres por otro. A las mujeres nos hacen entrar en una sala dónde agentes femeninas revisan hasta debajo de la ropa interior. Una vez superado este ‘pequeño’ trámite, ya está, ahora sí podemos embarcar, aunque a menudo el registro vuelve a realizarse cuando las patrullas policiales paran la lancha durante la navegación y hay que volver a empezar.

Familia tikuna cerca de Puerto Nariño
Familia tikuna cerca de Puerto Nariño

Eso sí, los policías brasileños son muy educados y hasta simpáticos.
Nuestros días a bordo del Coraçao fueron plácidos, soleados y amenizados por el Mundial de Fútbol 2010 que empezaba y teñía de ‘verde y amarelo’ la cubierta-terraza donde podíamos ver los partidos con una cerveza bien fresca.

Datos útiles:

Barco: Coraçao de Jesus
Salida: Tabatinga. Sábado a las 14 h.
Llegada: Manaos. Martes a las 10 h.
Precio: 170 Reais
Nota: El viaje en sentido inverso y por lo tanto corriente arriba tarda en vez de 4, 6 días y cuesta 340 Reais.)

La navegación de este río que oscila entre la mitología y la salvaje naturaleza es lenta, pausada y si se dispone de tiempo ofrece la oportunidad de perdernos por unos días en un lugar remoto, donde los atardeceres tiñen primero de dorado sus aguas y de rojo un cielo que parece mucho más grande, más intenso.

#selva#colombia#brasil#peru#amazonas

Publicado por Silvia

Antes viajaba para ver en los demás la parte diferente; ahora viajo para conocer en qué nos parecemos. Javier Reverte. Viajero y escritor
7 comentarios
    • En total fueron unas 9 noches a bordo de lanchas que navegaban el Amazonas, pero repartidas en 3 tramos.
      Las noches con la brisa del río son de lo más agradable pero más de 4 días de viaje seguido se hace muy monótono, por eso es recomendable hacer paradas para conocer los pueblos y las ciudades amazónicos,
      es muy interesante descubrir la cultura de las tribus que poblaban la zona. Si se puede, recomiendo irse a la selva con alguno de los proyectos independientes que tratan de recuperar antiguas tradiciones como la familia tikuna
      con la que estuvimos y nos contó leyendas de sus antepasados mientras nos comíamos una sopa de tortuga frente al fuego en una maloka. Desde luego es mucho menos cómodo que una excursión turística, pero uno se ahorra
      dinero y visitar pueblos que parecen Port Aventura.
      En cuanto a los billetes no es difícil comprarlos. En Perú se hace allí mismo, yendo al puerto con tu mochila y tu hamaca y preguntando cuál es el próximo barco que sale. En Tabatinga (Brasil), es recomendable comprar el billete uno o dos días
      antes, ya que está todo más controlado y respetan la capacidad de pasajeros de cada barco.

      • Hola, me puedes dar el dato de los proyectos independientes que hacen el tour por la selva, y que mencionas que tratan de recuperar antiguas tradiciones ticuna? Gracias!!

  • Hola…desembocaste en belem?. Yo me voy este 25 de diciembre a iquitos y de ahi salgo para belem. Tenemos pensado hacer todo el trecho del rio. Preguntas: En que pueblos se puede descender, siempre estan en la orilla o hay que internarse?. Ademas te queria preguntar que tiempo tarda en dias desde iquitos a belem, obviamente un aproximativo. Muchas gracias y felicitaciones por el blog

  • Para los que estén interesados en emprender el viaje por el Amazonas a partir de Santa Rosa hasta Iquitos les dejo una actualización del viaje que realicé en la última semana de Febrero de 2016 entre Santa Rosa e Iquitos.

    Duración : (Los tiempos varían según sea época de lluvias o no, nosotros fuimos en época lluviosa, por lo que el viaje es un poco más rápido) : Partida al mediodía y llegada aproximadamente 48 horas después. Partiendo desde Iquitos es más breve todavía: unas 40 horas

    Precio : Aunque el consenso está en los 60 soles (1 sol – 0.29 dolares / 0.26 euros en Febrero de 2016), el precio varía si hay competencia de más de un barco partiendo el mismo día. Nosotros habríamos pagado 70 soles por persona en el barco María Fernanda II, aunque el otro barco que partía a la misma hora cobraba 50 soles. Sin embargo, optamos por un camarote para dos personas al coste módico de 200 soles que solo utilizamos para dejar el equipaje y los documentos, puesto que son muy calurosos y nos fuimos a dormir en nuestras hamacas con el resto de los pasajeros.

    La mitad de los 10 camarotes dispone de baño interno, que es una buena opción teniendo en cuenta la higiene de los baños del barco.

    Recomendamos únicamente el barco María Fernanda II, o en su defecto el María Fernanda I (algo más viejo), pues los demás barcos son espantosos en su aspecto, decrépitos y pequeños, que al mismo tiempo inspiran poca seguridad. Por ahí nos comentaron que en breve se botaría el María Fernanda III, mayor y más moderno.

    La comida en el Amazonas peruano es lo que se dice en los forums: escasa y repetitiva, pero qúe podemos exigir cuando nos la ofrecen grátis y encima te la llevan a la hamaca con extrema simpatía.

    Agua potable no vimos, aunque había grifos que la gente utilizaba para su aseo personal o lavar algo.

    Desplazarse hacia Santa Rosa en barca desde Tabatinga o el puerto de Leticia tiene un coste de 2 reales brasileños por persona (0.27 dolares).

    Al llegar a Iquitos, una carrera desde el puerto al centro de la ciudad tiene un valor de 5 soles, dentro de la ciudad 3 soles.

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