Fotolibro Avannaa: paisajes de Groenlandia

Fotolibro Avannaa: paisajes de Groenlandia

¡Ah Groenlandia! Un destino tan lejano como largamente deseado. Confieso que sueño con viajar a Groenlandia desde hace mucho tiempo, y es porque siento una enorme atracción tanto por sus prístinos paisajes como por lo remoto de su ubicación. El vasto espacio, el silencio, la soledad, un cielo dibujado por las mágicas luces del norte, un mar helado y el intenso frío –de un aire puro y gélido– de estas tierras septentrionales son características que me seducen enormemente. El degustarlo poco a poco y el estar allí solo con mis pensamientos por unas semanas, también.

Y ahí reside el mayor obstáculo que me desmotiva incluso a la hora de curiosear en la búsqueda de vuelos: no quisiera viajar a Groenlandia para estar poco más de una semana, con prisas y sin pisar más allá de los aledaños de Nuuk, su capital en el sur de la isla. Por una vez, no quisiera hacer el turista.

¿Pero quien dispone hoy día de los recursos para irse varios meses a Groenlandia? Yo desde luego que no y por eso, entre otras cosas, me he de conformar disfrutando de las fotografías de Groenlancia que Tiina Itkonen nos presenta en su fotolibro Avannaa: photographs of Greenlandic Landscapes. Un título que es tan descriptivo y poco pretencioso como su contenido: 45 fotografías delicadas y serenas de unos paisajes de Groenlandia que parecen de otro mundo, capturados con un minimalismo y una voz quieta y distante en contraposición a la fotografía de paisajes y viajes dramática, superficial y efectista que tanto nos acompaña en las últimas décadas, gracias entre otros a la escuela National Geographic.

Avannaa Gross

Avanna: photographs of Greenlandic Landscapes está desarrollado a partir de más de una década de viajes a Groenlandia por parte de la fotógrafa finlandesa, quien comenzó visitando a una amiga de estudios y rápidamente quedó fascinada por los paisajes y las gentes de Groenlandia. Así pues, nos encontramos ante un trabajo intenso y riguroso desarrollado a lo largo de muchos años y multitud de viajes, donde Tiina Itkonen se tuvo que ganar el respeto y la confianza de los groenlandeses antes siquiera de disparar su primera foto.

Tiina Itkonen

Esta intensa fascinación por parte de Itkonen logra transmitírnosla en cada una de las fotografías del libro Avannaa. La gran mayoría de las tomas son de larga exposición debido al evidente empeño de Tiina Itkonen de disponer de la máxima profundidad de campo y ser con ello lo más descriptivas y precisas posibles. La composición y el encuadre están trabajados al milímetro y con la paciencia de una Santa. El formato panorámico y la rabiosa nitidez de la mayoría de ellas también están al servicio de proporcionar aire y libertad a las fotos, de transmitir sensaciones de amplios espacios contemplados por unos ojos que no quieren perderse el más mínimo detalle.

Groenlandia

Capturadas parece ser que con película fotográfica de color en formato medio, en una Linhof 6×17 Technorama –hay que ver lo masiva que es esta cámara–, y editadas con delicadeza e intentando respetar la paleta de colores de la película, en Avannaa percibimos una pacífica quietud en todas las fotografías, manifestada en escenas en que NADA se mueve, ni apenas aparecen figuras humanas. A veces intuímos el movimiento en los bloques de hielo que se nos muestran ligeramente borrosos o en algunas líneas onduladas y cremosas del mar que nos dicen que la cámara estuvo varios segundos con el obturador abierto para captarlas. Nada de esto detrae de unas fotos a cuál más hipnótica, en lo que no hace sino acrecentar más el deseo del lector de viajar a Groenlandia. Si acaso, nos traspasa una sensación de paz y poco dinamismo que muy probablemente no nos cuente toda la historia, que no sean todo lo que hay. Los tonos y contrastes también están trabajados con exquisitez y, afortunadamente, encontramos en la colección varias fotos que no están tomadas en la hora dorada o en la hora azul, y que nos muestran aspectos menos estéticos pero no por ello menos reales como serían los grandes barcos que rondan continuamente las costas de Groenlandia, o unos containers donde descansa un grupo de trabajadores, unas porterías de fútbol abandonadas e incluso varios cachivaches de trabajo desperdigados en las calles de sus escasísimas poblaciones –Groenlandia tiene poco más de 60.000 habitantes, y Nuuk, su ciudad más importante, no más de 16.000–.

Kullorsuaq2_2006

Uummannaq6

En varias de las fotos observamos casas coloridas e iluminadas con ténues luces en sus habitaciones, pero que bien podrían estar inhabitadas o peor, ser simples maquetas dado que no se aprecia el menor atisbo de vida en ellas ni en las pocas calles que las rodean. ¡Qué vida más recogida la de los groenlandeses, probablemente!

House 5

Son fotos fascinantes porque nos hacen detenernos a escudriñar estas calles y los pasajes entre las casas, las escaleras que salvan los desniveles del terreno y las barandillas de madera colocadas sin duda para evitar accidentes con las superficies heladas. Nos perderemos en los colores y tamaños de los edificios, su arquitectura prácticamente idéntica, las relaciones entre éstos y las distribuciones urbanas de estas pequeñas –minúsculas– ciudades ubicadas en uno de los lugares más septentrionales de nuestro planeta. Porque sin duda alguna el ser humano también forma parte de los paisajes de la región groenlandesa de Avannaa, situada en el norte de la gran isla de hielo que fue descubierta a finales del primer milenio por aquellos aguerridos vikingos que viajarían hasta Norteamérica.

Ikerasak

La única cara humana que encontramos en todo el libro es la de un viejo cazador volviendo de una sesión de caza, enfundado en sus pantalones de camuflaje confeccionados con piel de oso polar. Su mirada, todavía tensa por el esfuerzo, denota lo difícil que ha de ser vivir en estas latitudes. Una cara y una sola mirada son suficientes para transmitirnos una chispa de estas duras condiciones de vida, y esa también es la magia de la fotografía.

Unartoq_2007

Particularmente bella es la escena en donde se nos muestra el cementerio de Qannaa, delicadamente integrado en el entorno ártico de Groenlandia. Está adornado con cruces blancas y flores de plástico; las únicas flores que ‘crecen’ por estas tierras.

Qaanaaq-graveyard

Puede darse no obstante una cierta sensación de monotonía y repetición en varias de estas fotografías, algunas demasiado parecidas entre sí y que podríamos atribuir a la propia monotonía de una enorme región que sin embargo no muestra muchos contrastes. De todos modos, vistas varias series de fotos de icebergs a la deriva o de pequeñas ciudades contempladas desde la distancia, sería preferible encontrar algo más de variedad en las páginas de Avannaa, o fotografías de los mismos motivos con una mayor cercanía, o quizás seleccionar una menor cantidad de ellas pues creo que el conjunto detrae un poco de la experiencia. Y muchas veces, en la distancia conque están tomadas todas las fotografías se percibe una cierta frialdad, la no pertenencia a Groenlandia de quien observa, una contemplación tan petrificada como estas tierras.

avannaa-04

avannaa-03

Tanto el tamaño del fotolibro como la impresión son impecables, como corresponde a la editorial alemana Kehrer.

Fotografías propiedad de Tiina Itkonen.

#artico#groenlandia#fotolibros

Publicado por Manuel Aguilar

"Viajar es uno de los mejores caminos para encontrarse a uno mismo."

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *