El vuelo que nunca fue

El vuelo que nunca fue

Mi memoria suele jugarme malas pasadas, pero creo recordar que fue en febrero de 2006; andaba yo buscando vuelos baratos a media Europa, cuando me topé sin querer con una oferta para volar a Mallorca muy, muy interesante.

Mis suegros nunca habían volado en avión, aunque habían coqueteado varias veces con la idea de estrenarse en la nueva experiencia. Sucedía normalmente en algunas de esas tertulias que arrancan durante los cafés de sobremesa, tras una típica comida de domingo familiar. Me acordé inmediatamente de ellos al ver los vuelos baratos a Mallorca, y pensé que qué mejor destino para estrenarse, apenas era media hora de vuelo desde Barcelona. Nos los llevaríamos, alquilaríamos un coche y recorreríamos lo que pudiéramos de la isla en un par de días, sin más pretensiones que hacer un poco de turismo juntos.

Hablé con mi mujer y le pareció muy bien la idea, llamé al Sr. Antonio y no le pareció mal, que tenía que consultarlo con la señora. Mi suegro siempre se había caracterizado por ser una persona muy prudente, y aunque no me dijo que no, tampoco me pareció verle una especial determinación por querer volar, o eso interpreté entonces. Así que esperé su respuesta antes de reservar los vuelos.

Mientras tanto, el Sr. Antonio salía a la calle e iba a la peluquería donde su mujer se estaba arreglando el pelo. Y contrariamente a lo que yo creía, no iba a consultarle sobre la conveniencia o no de realizar el viaje, sino a decirle abiertamente lo ilusionado que estaba porque su yerno les iba a comprar los billetes de un vuelo a Mallorca. Esto lo supe después.

En ese intervalo de unas pocas horas, mientras esperaba a que el Sr. Antonio me confirmara el viaje, la oferta caducó: ya no quedaban plazas en ese horario perfecto, y los siguientes vuelos no nos cuadraban en absoluto en nuestra agenda. Las oportunidades siempre se caracterizan por ser resbaladizas, frágiles y efímeras, pero aún lo son más en Internet.

Finalmente no fuimos a Mallorca, lo dejamos para más adelante. Pasaron algunos meses, pero para entonces la cosa se complicó, mucho: al Sr. Antonio le diagnosticaron una grave enfermedad, y partir de ese momento puso todo su empeño en combatirla. Toda la familia le apoyó desde el primer día, especialmente su mujer que hizo lo indecible por cuidarle y acompañarle en la enfermedad.

Y el Sr. Antonio luchó duro, y con su esfuerzo ganó tiempo: pudo ver crecer a su nieta, vio nacer un segundo nieto (nuestro hijo Eric) y le ayudó a convertirse en un niño alto y fuerte de casi tres años, y siempre les entregó a ambos todo el cariño y la paciencia que sólo un gran abuelo, maravilloso en todos los sentidos, sabe dar a sus nietos. Durante el tratamiento pasó días muy malos, malos y hasta regulares, pero también los tuvo buenos, y así los abuelos pudieron aún hacer alguna que otra excursión y escapadita a la playa en verano.

Pero nunca hubo vuelo a Mallorca para ellos, y bien mal que me sabe.

El Sr. Antonio ya no está entre nosotros. Él era un buen hombre, sin matices ni fisuras, de los pocos que uno tiene la suerte de conocer en la vida. Ojalá que allá donde esté, se encuentre bien.

Por aquí le recordamos constantemente y le echamos mucho, mucho de menos, e intentamos aprender a aprovechar un poco mejor los días que nos quedan, con sus momentos y oportunidades que se presentan y que no se repiten jamás.

PD: Hoy se cumple un año de la desaparición del abuelo materno de mis hijos, y este es mi humilde homenaje en recuerdo de su memoria.

Publicado por Manuel Aguilar

"Viajar es uno de los mejores caminos para encontrarse a uno mismo."
4 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *