Descubriendo Mahón

Hace unos días tuve la oportunidad de realizar una de las colaboraciones con marcas que más me gustan, descubriendo un destino a través de uno de sus productos, en esta ocasión Mahón gracias a la tarjeta Gold de American Express. Uno de los resultados de esta experiencia ha sido ver publicada mi crónica de un paseo por Mahón en la web de Latitud Amex, con mi selección de puntos de interés de la ciudad menorquina a visitar en un fin de semana de invierno.

El segundo resultado que me llevo de esta escapada de fin de semana es descubrir una pequeña y tranquila ciudad mediterránea que ha colmado todas mis expectativas viajeras. Pudiendo elegir cualquier destino de España, me apetecía visitar Menorca en un mes invernal: no en vano tengo sangre mediterránea, y casi prefiero experimentar mi costa catalana en los meses de frío que durante el verano. En esta época del año luce el sol –y muchas veces también aparece el calor– en el Mediterráneo casi tanto como en los meses más benignos, en cambio el horizonte se ve más limpio y el olor a mar parece estar más presente, quizá porque ya no huele a fritanga y a crema solar. En los pueblos costeros apenas hay turistas, mientras que los lugareños parecen vivir a otro ritmo mucho más pausado.

Me imaginaba una Menorca así, adormilada y olvidadiza. Una isla que apenas puede ocultar la concentración de su población en prácticamente dos ciudades, Ciutadella y Mahón, una situada en el oeste y dicen que pintoresca y medieval; la otra, la protagonista de este y aquel artículo, ubicada en la punta más oriental de la isla y de España, y en las faldas de uno de los puertos naturales más grandes del mundo. De ella se dice que tiene tiene acento británico y que es la más cosmopolita. Difícil decidir cuál de las dos visitar, aunque el hecho de que el aeropuerto de Mahón se encuentre a escasos diez minutos en taxi de la capital administrativa de Menorca ayuda en esta ocasión.

Locales en venta o que bajan la persiana por vacaciones durante estos meses, así como otros tantos con el cartel de cerrado por reformas se mezclan con aquellos que continúan abriendo cada mañana y mantienen vivo el pulso de los pueblos y ciudades costeros. De algunos de estos locales que concentran la vida social y cohesionan a los mahoneses os hablo en mi entrada sobre Mahón de Latitud Amex. Observar este contraste lo encuentro tan fascinante como visitar los puntos de interés más importantes, y Mahón rezuma en invierno paz y algo entre suspiro y bostezo, mostrando autenticidad, cotidianidad y aires de pueblo, un pueblo de carácter marcadamente isleño que probablemente nunca se ha sentido parte de entidades mayores, quizá por culpa de tantos que la visitaron durante milenios con barcos de guerra y con intención de someterla, o al menos con la idea de llevarse algo.

No os quiero hablar de los mejores locales que descubrí en Mahón, que los hubo pero para eso tendréis que leer mi otro artículo; solamente intento transmitir torpemente algo de la enorme sensación de paz y sosiego que sentí caminando por sus calles en un tranquilo fin de semana de febrero. Teniendo en cuenta que es justo lo que andaba buscando, ¿qué más se puede pedir?