Esta semana se han celebrado los 20 años del aniversario de la muerte del genial artista Salvador Dalí.
Esta efeméride coincide con la exposición del popular cuadro de La persistència de la memòria, pintado en 1931 por el artista catalán en el Museo Teatro de Salvador Dalí de Figueres hasta el 18 de marzo. Este cuadro se exhibe en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) que lo compró a un coleccionista americano en 1934, y nunca antes se había visto en España.
Salvador Dalí pintó el cuadro en su época más surrealista, y en un momento de transición personal y creativa. Al terminar esta obra, su mujer Gala aseguró que «Quien lo vea un instante no lo podrá olvidar nunca más». En el cuadro La persistència de la memòria se reconocen los colores de costa geronina y del mar mediterráneo, insinuando que el paisaje es Portlligat, donde se encuentra la casa museo de Salvador Dalí. El paisaje queda interrumpido por cuatro relojes (que marcan horas distintas) y de los cuales tres son blandos y uno rígido, cosa que ha permitido dar distintos significados a la obra.
Dalí expresa así la relatividad del tiempo y una de las preocupaciones más artificales y abstractas inventadas por el hombre que es la angustia de controlar el tiempo. Insinúa también que el recuerdo de todo es efímero y fugaz, además de reflejar una de las obsesiones de Dalí, la inmortalidad. Uno de los relojes está cubierto de hormigas, que por el artista representaban el remordimiento.
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